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Viaje al paraíso: Brañagallones






        otras plantas perjudiciales para el pasto. El río resultante iría complementando la
        labor erosiva de la lengua glaciar, horadando las rocas durante milenios para formar
        los estrechos cañones y el valle actual. Pero Brañagallones, que está en el regazo
        de un gran pliegue calizo, la citada herradura que se inicia al norte por Pintacanales,
        continúa por la xerra de Les Príes –custodiada ésta en sus extremos por las cimas
        del Cantu´l Osu y el Porrón de la Cerrosa- y finaliza al sur en Les Planes, bien semeja
        un grandioso circo glaciar. Sin embargo los especialistas, no consideran viable
        tal existencia, debido a su orientación -mayor insolación- y menor altitud de esta
        sorprendente formación rocosa, que se corresponde con un pliegue producto de
        la orogenia herciniana que formó nuestras cordilleras, nacidas del brutal choque
        entre las grandes masas de extintos continentes hace unos 300 millones de años;
        consolidándose en la posterior etapa alpina los atormentados plegamientos y fallas
        de la geografía que hoy contemplamos, moldeados por la erosión.

        Únicamente en la xerra de Les Planes, orientada al norte, parece haber acogido un
        mínimo glaciar, arrimado a la cúspide del Porrón de la Cerrosa bajando su pequeña
        lengua por la vallina de Ferramoru a morir en el lago que por aquel tiempo existía;
        las consecutivas canales que la atraviesan son consecuencia de avalanchas por las
        muchas nieves de antaño.

        Una confusión habitual en la que caen las guías, blogs y publicaciones montañeras
        es denominar xerra Le Príes -que significa pedregosa- a la de Les Planes, que
        preside el escenario de la majada y le confiere absoluta espectacularidad, con sus
        picachos adornados de verdor a los que trepa el bosque en la Vallina Ferramoru y
        otras canales y a cuyas mínimas planicies, los llamados Praos de Les Planes, acuden
        a alimentarse los ganados, y los rebecos, a riesgo de mal paso.

        INVIERNO EN LA MAJADA
        Cuando hablamos de la vida en las brañas solemos referirnos exclusivamente a la
        trashumancia estival de ganados y personas, el enverangar del que hablaremos,
        “amayadar en puertu y fecer madreñes”. Y nos imaginamos que fuera de ese periodo
        donde los días son largos y templados, la majada era un mundo de silencio cubierta
        por las nieves o aprovechando sus brotes los rebecos y demás animales que se
        ocultan esquivos al ojo humano. Algún paisano heroico, con una carga de leña, la
        tala y la caza clandestinas y pocas cosas más, con los ganados en las cortes o en
        los invernales y buena parte de ellos antaño en la fértil marina de Villaviciosa y el
        oriente asturiano.

        Pero cuando el espanto de los fríos arreciaba, cuando las nieves podían aparecer
        puntuales en cualquier momento, aún en esos meses en los que comienza el año,
        había vida en la Vega de Brañagallones. Las necesidades eran grandes y el vecindario
        se veía obligado a aprovechar todos los dones que la Naturaleza, extremadamente
        avariciosa en la estación, les concedía. Todo rendía utilidad, hasta las verdes ramas
        de los aceos, pues se subía a la majada durante semanas a podar sus matas para
        alimento del ganado, y allá pernoctaban unas semanas los vaqueros con los animales

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