Page 30 - Braña
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pizarra del tejado llegó a lomos de recuas de caballos y mulos desde San Isidro;
        del bosque cercano, los robles abatidos por diestros aserradores santanderinos y
        por los hacheros nativos con sus tronzones, los canteros de Orlé; así hasta que el
        Estado vio cumplido en 1957 el sueño de albergar a los cazadores en un sencillo
        refugio, gestionado por la Dirección General de Montes, Caza y Pesca Fluvial, que se
        componía de una caseta externa para los guardas con literas y chimenea, y un amplio
        salón con chimenea, literas confortables y una cocina gobernada por Luisa, esposa
        de Pepe Calvo, alma de estos parajes. Con la creación del ICONA en 1971, acabaría
        transformándose en el legendario pabellón de caza de estética alpina que llegó a
        albergar a las más insignes escopetas de España. En 1975, estando Julio Sopeña al
        frente de las instalaciones, se inauguraría sin la anunciada presencia del entonces
        Príncipe de España, don Juan Carlos de Borbón. Vivió su época de esplendor en
        esos años setenta y primeros ochenta del siglo pasado, con los desvelos por la
        conservación de la riqueza cinegética del coto y su prestigio internacional, llevados
        a cabo por Pepe Calvo, guarda mayor a quien la Vega rinde eterna gratitud con
        una efigie que mira a los paisajes que tanto amó. Resulta de justicia citar en este
        punto  a los  guardas  que le  acompañaron, desde  los  pioneros Daniel  Calvo -hijo
        del legendario cazador Miza- y Emiliano Corral, a los que se fueron incorporando
        los casinos Graciano (La Foz), Felipe (Pendones), Manolo (Tarna) e Indalecio (La
        Felguerina), Gerardo y su hermano Ramiro (Sobrefoz-Ponga) y los leoneses Manolo
        el de Cofiñal y Federico, de Isoba; y posteriormente otros, a los que conocimos y
        tratamos, también los guardarríos y los guardamontes. La represión del furtivismo y
        la tala arboricida, el eterno conflicto de intereses entre los campesinos y el Estado,
        hoy prácticamente superado.

        Pero de aquellos  salones  alfombrados por  los que pasaron  la flor y nata de la
        aristocracia y la alta burguesía, administrados por la diligente mano de su esposa
        Luisa y del fiel Silvino, verdadera enciclopedia humana que debería guiar la pluma
        en este recorrido, apenas queda el recuerdo; las bodegas repletas de buenos vinos
        y licores se hicieron añicos como un tiempo que se fue diluyendo en la desmemoria,
        incluso el nombre de Reres se suprimió y las 14.227 hectáreas del Coto se integran
        desde 1996 en la nueva figura del Parque Natural de Redes, que abarca la totalidad
        de los concejos de Caso y Sobrescobio.

        Con el traspaso de las competencias a la Autonomía el refugio permaneció cerrado
        durante años y los intentos de la iniciativa privada por reconvertirlo en un hotel al
        estilo de los paradores pirenaicos y el posterior giro del suntuoso Reserva Lodge,
        no llegaron a cuajar por falta de compromiso y desatenciones de la Administración,
        volviendo a su abandono en el año 2007, hasta que en 2016 el Gobierno Regional
        acordó su cesión a la Federación de Deportes, Montaña, Escalada y Senderismo
        del Principado de Asturias (FEMPA),  abriendo nuevamente sus puertas  como
        alojamiento deportivo de montaña. Mucho debemos agradecer al actual alcalde
        del concejo Miguel Fernández, acompañado siempre de su inseparable equipo de
        Protección Civil en la promoción de las traveseras deportivas, quien seguramente
        influyó en el ánimo de Juan Rionda, presidente entonces de la Federación, sin


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