Page 37 - Braña
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Viaje al paraíso: Brañagallones






        techada de escobas, se afanaron más de treinta madreñeros en grandes taladreras,
        ocupadas cada una por cuatro o cinco; el pueblo entero de Bezanes estaba allí,
        los unos en sus cabañas y los otros en el gran pabellón. Diestros en el manejo de
        la gubia y la zuela, el raspón y la llegre, los madreñeros de esta comarca merecen
        nuestro eterno reconocimiento.


        LOS BARRIOS Y LOS POBLOS
        Los nativos llaman simplemente La Vega a este verde tapiz entre montañas, pero
        distinguen los nombres de sus barrios, pues es majada extensa que ocupa una
        superficie de 12,5 hectáreas y, como tal, divide sus espacios según el sabio juicio de
        los predecesores que a todo ponían nombre: La Colluga, que nos recibe al llegar;
        Les Moñes a su derecha, por donde sigue el camino a Valdebezón; a la entrada
        izquierda, La Bolera y, a continuación, la larga línea de El Pelambre, bajo la Quemada
        de Rodrigo, hasta que tuerce el sendero hacia Raneu; la elevación del Pandiellu,
        solar del refugio, y El Requexón, debajo. Y cuatro fuentes: Pandu Quemau, que nos
        recibe, La Porcuza, unos viejos bebederos al final del Pelambre, El Grilleru que se
        nutre en la riega que baja de Raneu, y la del Güeyu, que llevó el agua al primer refugio.

        Hubo  un prau  del  güé en  el  que los  vaqueros  de  la Sociedad  recogían  al  torvo
        semental, animal sagrado de la braña, fiero y peligroso, mimado por los vaqueros
        que fiaban a sus genes el mantenimiento de la raza casina, y al fondo, en un ángulo
        al este, cambia su nombre la Vega al de la Mayaína les Llombes (el pueblo de
        Bezanes mantuvo dos sociedades para tales fines a mediados del siglo XX, de libre
        afiliación, una en la Vega y la otra en Cerreu). Alguna antigua cuerria -más usuales
        en Valdebezón- de las que no quedan vestigios, donde agrupaban al atardecer la
        cabrada para defenderla del lobo, complementaba el vasto territorio de la Vega.

        Las construcciones de la majada se encuentran hoy totalmente transformadas,
        fines de semana para disfrute de nuevos ocupantes. Apenas podemos ver en pie
        dos ejemplos de lo que fue su diversa tipología, según su cubierta. Las cabañas
        se techaban con llábana, pesadas losas planas y extendidas, de gran tamaño y
        complicado manejo -algunas de hasta cuatro metros de longitud- que se extraían en
        llabaneros cercanos como la cantera de Pandu Quemau. Era usual que el pequeño
        portal estuviera enantau (ampliado) con cubierta de madera, material con el que
        tejaban los corripios, preferentemente roble o en su defecto faya, techumbre que fue
        preponderante en las brañas donde la piedra adecuada escaseaba, como en Cerreu;
        nunca con teja ni ningún otro elemento de los que predominan en la actualidad.
        Junto a la cabaña los citados corripios para guardar los animales, algunos de ellos
        con pequeñas tenadas en piso superior. Todo el conjunto –cabaña y corripiu- se
        denominaba poblu. Escasos fresnos, hoy abundantes, daban sombra a las cabañas
        que disfrutaban de ellos.

        La cabaña era un espacio muy humilde, con escasísimas comodidades, una pequeña
        edificación, compartida antiguamente por varios vaqueros, construida en piedra
        seca, lo que posibilitaba una exigua ventilación a través de las rendijas, con vigas de

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