Page 32 - Braña
P. 32

diezmados por las enfermedades, aunque por fortuna hoy va recuperándose su
        población. Corzos, venados y jabalíes complementan la riqueza cinegética en
        cuanto a caza mayor, siendo el venado – reintroducido en la comarca hacia 1950
        tras su total extinción- quien aporta un plus, en este caso de atracción turística,
        con sus atronadores e inquietantes bramidos que ambientan la ruta al inicio de los
        otoños, la berrea.

        EL PARTO GEOLÓGICO
        Vienen a relacionar los geólogos el origen de la majada con la existencia de un
        primitivo lago cuya datación por carbono 14 se sitúa 29.000 años atrás.

        Allí donde el mapa del concejo se comba como si quisiera abrigarse en una línea
        de elevadas montañas que -de este a oeste- abarca desde el picu La Realcada a
        la Peña´l Vientu, paisaje de abruptos paredones entre los que se encuentran la
        Rapaina y la Rapaona y las caprichosas siluetas de los Peñones del Violosu, todas
        ellas con altitudes superiores a los 1900 metros, se iría formando en el Pleistoceno
        un enorme casquete de hielo a base de nieves y más nieves, que se desbordaría
        en varias lenguas, bien hacia la vertiente leonesa o, en cuanto nos concierne, la
        que bajaría en forma de U en dirección norte, siguiendo la trayectoria de lo que
        actualmente es el valle del río Monasterio.

        En el cuenco de este imponente circo, cuyo espesor de hielo alcanzaría los 170
        metros, todavía podemos contemplar el área lacustre de Les Llagunielles, con
        sus minúsculas charcas, inmaculadas perlas que emergen en época de nieves y
        abundantes lluvias, y alguna morrena. Sin esforzar nuestra imaginación podemos
        advertir otros relictos del glaciarismo en la comarca, como son los lagos Caballuna
        y Ubales o la misma cascada del Mongayu; en el concejo se contabilizaban 22
        glaciares que ocuparon un área de 41 km2.

        Se estima  que  dicho glaciar surgió  hará unos  35.000 años,  en plena  Edad del
        Hielo. En el periodo de máxima expansión su frente avanzaría en dirección norte
        deteniéndose en torno al Crestón de Pintacanales y en fase de estabilización
        retrocedería a Valdebezón. En su imparable y lentísimo avance iría desplazando
        sedimentos a los costados, formando morrenas perfectamente reconocibles en las
        pequeñas lomas que cierran la Vega por su oeste. La toponimia, que todo lo explica,
        evoca la huella del pasado remoto, aunque el tiempo geológico nada tenga que ver
        con el humano (La Colluga, Les Moñes, El Pandiellu, Les Llombes).

        Tales morrenas constituirían un dique o barrera natural que impediría el desagüe de
        las aguas provenientes de la gran herradura que circunda la Vega, configurándose
        una laguna en lo que hoy es pasto. Con el calentamiento del planeta, el glaciar se iría
        derritiendo hasta desaparecer unos 10.000 antes de nuestra era, y la laguna se iría
        colmatando con derrubios hasta que la vegetación fue lentamente tomando posesión
        del espacio y alumbrando esta verde pradera, acondicionada a lo largo de los siglos
        por la acción humana, ampliando, desbrozando y quemando las leñosas escobas y

                                                32
   27   28   29   30   31   32   33   34   35   36   37