Page 287 - San martín del Rey Aurelio
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El Pontón.
            De la barriada de El Serrallo, pasamos a vivir a La Peña, una pequeña
            colina enfrente de El Serrallo desde donde se veía todo Sotrondio, y
            parte de Blimea; mis padres hicieron una casa y nos trasladamos allí.
            Hicimos buenos amigos, si bien nunca hemos olvidado a los de El Se-
            rrallo; aún hoy recuerdo a muchos de ellos, que vivían desde el portal
            catorce al veinte. Algunos nos encontramos con cierta frecuencia, y
            charlamos de los “viejos tiempos”. Pensamos que fuimos felices, a
            pesar de las limitaciones que existían en aquellos momentos.

            Jugábamos al futbol en el patio de la barriada, y generalmente los veci-
            nos eran tolerantes, con las posibles complicaciones que pudieran surgir.


            Durante el verano, y siempre con permiso de nuestros padres, nos
            íbamos a bañar al “Trabancu”. Era un pequeño pozo de agua reman-
            sada en el río de Santa Bárbara, entre Miera y Paniceres, cerca de “El
            Escubietu”. No había peligro, porque apenas cubría un metro y siem-
            pre nos juntábamos varios, algunos de ellos mayores que nosotros.


            Una labor que realizábamos a diario, era ir a buscar la leche. En esa
            época, la leche se compraba fundamentalmente a las personas que
            tenían una o dos vacas, y a veces había que cambiar de ganade-
            ro porque la vaca no producía leche. Nosotros la comprábamos en
            Santa bárbara, a Paulino el “Santanderín”, que junto a su mujer Lola,
            nos atendían con demasiada generosidad y con mucho cariño; siem-
            pre les recordaré. Íbamos en bicicleta, colocábamos la lechera en el
            manillar, y a pedalear. En otros momentos, bajaban personas desde
            Santa Bárbara o La Cerezal, con un burro y lecheras grandes. Para-
            ban en El Pontón y les cogíamos la leche; tenían una especie cazo
            cilíndrico de medio o un litro, que usaban para servirnos la cantidad
            que deseábamos; se les pagaba al final de cada mes.

            También nos tocaba ir de compras, unas veces con las madres y
            otras solos. La compra principal se hacía en el Economato de Duro
            Felguera, que en principio estaba localizado enfrente del Cine (Tea-
            tro Virginia) y posteriormente al modernizarse pasó a junto a la Plaza
            de Abastos. Recuerdo que llevábamos un listado que nos lo propor-
            cionaban las madres, una libreta donde los dependientes anotaban








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