Page 285 - San martín del Rey Aurelio
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las de San Juan; duraban varios días. Misa solemne cantada, baile
            todos los días en la plaza, donde la Orquesta tocaba en el “Quiosco”
            y al final la famosa Jira campestre el último día, que se celebraba en
            un prado de Sanfrechoso; consistía en una merienda cena, con una
            gran variedad de alimentos y bebidas.

            Las autoridades.
            Eran la Guardia Civil, los Guardias Municipales y existía un juzga-
            do. Judicialmente dependíamos de Laviana, aunque a mi entender,
            en Sotrondio se celebraban casos menores y si se complicaban o
            eran complejos, pasaban a Laviana. La Guardia Civil tenía un sargen-
            to que era la máxima autoridad, y muy respetado por todos; en mi
            opinión evitaba muchos juicios. Los Guardias Municipales tenían un
            Cabo, que a veces hacía la ronda acompañado de alguno de ellos.

            La religión.
            Sotrondio es la capital del concejo de San Martín del Rey Aurelio y
            una de sus cinco parroquias. Los domingos, acudíamos a la iglesia
            para oir misa y al final de la misma el Catecismo, con una catequista
            cada seis u ocho niños. El sacerdote era D. Marcelino y posterior-
            mente D. José. Cuando hicimos la primera comunión, era obligatorio
            permanecer en ayunas desde las doce de la noche, con lo cual a la
            mañana siguiente, aunque algo nerviosos, estábamos hambrientos;
            una vez que habíamos recibido el Santo sacramento, la parroquia
            nos invitaba a desayunar en el antiguo Hogar del Productor situado
            en el margen derecho de la carretera general en dirección a Blimea;
            el desayuno consistía en chocolate con churros, por lo que era ne-
            cesario colocarnos grandes servilletas, a modo de baberos, para no
            manchar el traje. Una vez desayunado, se hacían las fotos y a conti-
            nuación acudíamos a los vecinos y personas cercanas para darles el
            recordatorio, que era una especie de tarjeta con una imagen religio-
            sa, nuestro nombre y la fecha de nuestra primera comunión; al entre-
            gar el recordatorio, las personas nos daban una pequeña “propina”.

            Cine.
            Sólo teníamos el Teatro Virginia. Cuando proyectaban películas im-
            portantes (lo hacía el Sr. Aurelio que era también electricista, y se
            relacionaba mucho con nosotros, ya que era el encargado de la Cen-








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