Page 288 - San martín del Rey Aurelio
P. 288
lo que pedíamos, nos lo servían y para casa; era curioso observar
que el aceite lo dispensaban a granel, se llenaban los envases con
un sistema de bomba manual de aspiración, aunque existían latas
de aceite pero eran algo más caras. Para las patatas ibas al almacén
con el saco o bolsa, las cargaban con una pala manual, las pesaban
y listo para llevar. Una vez al año, pagaban los ahorros, que según la
cantidad de dinero que hubieras gastado a lo largo del año, te daban
alimentos que no te cobraban.
En El Pontón, estaba el bar “Casa Lola”, que lo regentaba ella mis-
ma y posteriormente su hija Liber y su marido Celso. Allí se reunían
principalmente los hombres que trabajaban en el taller, y fundamen-
talmente los arrieros que se dedicaban a envasar el carbón para lle-
varlo a las personas interesadas.
Cada trabajador de la minería, tenía derecho al Vale del Carbón que
consistía en recibir cada mes un papel donde se le autorizaba a sa-
car unos 250 Kgs de carbón para la cocina (unos cinco sacos). Mi
padre que era Guarda Jurado de Duro Felguera, le tocaba a veces
ir a controlar estos vales. El carbón estaba en un principio, cerca de
la gran tolva donde se almacenaba situada en la parte de arriba de
la vía; posteriormente se trasladó al margen izquierdo de la carreta
de Santa Bárbara. Se podía ir a envasar el carbón a título personal,
o se lo encargaban a los arrieros; estos cobraban algo de dinero, e
incluso los sacos eran un poquito más pequeños.
La técnica era muy sencilla. Existían varias tolvas pequeñas, cuyo
volumen equivalía a unos sacos de carbón. Se llegaba y si no había
gente esperando, avisabas al Guarda Jurado, él te designaba una
tolva previa entrega del vale, la llenaba la persona o personas que
venían por el carbón, se pasaba una especia de rasero, y por unas
salidas especiales diseñadas para dicho fin, se envasaba en los sa-
cos. El volumen más grande de envasado lo hacían los arrieros, que
tenían múltiples sacos, que cargaban a las mulas y los llevaban a las
personas que se lo habían encargado, algunos disponían de camio-
nes o pequeñas furgonetas, para llevar el carbón a los lugares donde
llegaba la carretera, y en las mulas a los pueblos.
288