Page 291 - San martín del Rey Aurelio
P. 291
doce y de dos a cuatro, con media hora de recreo por la mañana, que
dedicábamos a jugar, comentar cosas, y teníamos que estar alerta
para entrar y no retrasarnos, porque podía ser motivo de castigo. Por
el verano desde finales de Junio a Septiembre, eran las vacaciones.
En los últimos años, apareció la famosa “Hora de Permanencia”.
Consistía en quedarse una hora después de las cuatro, a continua-
ción de finalizar el horario escolar; era como si fuera necesaria para
aumentar nuestros conocimientos; esa hora había que pagarla y era
casi obligatoria.
En algunas ocasiones, existían las “clase particulares” donde acu-
dían otros alumnos de otras áreas; recuerdo que venían a ella mi
prima “Toña” y Tere, ambas de la zona de San Mamés.
En la escuela masculina que es la que más conozco, estaban D.
Eduardo para los más pequeños, luego D. Manuel Cañón, D. Agustín
y D. José para los mayores y a partir de aquí a los catorce años, se
acababa la escuela. Tenías la opción de ir al Instituto o hacer la prue-
ba de Ingreso para continuar el Bachillerato; varios de nosotros nos
examinamos en Instituto Jovellanos de Gijón.
En la femenina, donde iba mi hermana, sólo recuerdo una maestra
que se llamaba Dña. Conchita.
Al finalizar el curso escolar en Junio, había dos tipos de excursiones:
una caminando al monte de la Campeta, y la otra en el autobús El
Carbonero a la Chalana, donde podíamos darnos un baño, ya que las
aguas del río estaban limpias.
Personalmente, tengo un grato y cariñoso recuerdo de mi maestro D.
Manuel Cañón, quien me animó a examinarme de la beca para estudiar
el Bachiller Laboral en Corias (Cangas del Narcea), actualmente Para-
dor de turismo, y posteriormente una vez finalizado el Bachiller (me
pillaron los tres cambios: Laboral, posteriormente Agrícola Ganadero
y por último el Industrial), me fui a Salamanca para estudiar Medicina.
Otra persona importante que contribuyó a la enseñanza en Sotron-
291