Page 281 - San martín del Rey Aurelio
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le tocó poner algunos cristales a ciertos vecinos).
Otro juego divertido era jugar a la “Peonza” o Trompo. Se vigilaba
quien la tiraba mejor, como la recogía en la mano y la duración de su
rotación. Algunos de nuestros amigos mayores, eran algo agresivos,
cambiaban el pico de la peonza (el “Ferrote”) por otro más afilado,
y jugaban a tirarla contra su oponente, para ver quién era capaz de
romper la peonza.
El juego de las Canicas (les “boliches” o caniques), también era muy
habitual. Había tres variedades da canicas, las de tamaño normal
que eran de “barro” y pintadas de colores variados (verde, azul, rosa,
etc), las pequeñas que eran como de piedra y equivalían a cinco o
diez de las de barro, las de cristal y acero que eran las más valoradas.
Se jugaba de varias formas, pero nosotros usábamos tres principal-
mente: una que consistía en que se colocaba la bola en cualquier
lugar, el otro le tiraba directamente o se aproximaba pero con cui-
dado de no acercarse demasiado, para no ser “picado” por el con-
trario; otra era el “Gua”, que consistía en hacer un pequeño hoyo en
el suelo (con un palo o con el talón de las zapatillas “alpargatas” de
esparto, “Chirucas”, etc), podían jugar varios de nosotros siempre
respetando un orden, el que quedaba más cerca del “Gua” entraba
en él y decidía la bola que deseaba golpear (siempre a la que estaba
más cerca, o en lugar más accesible); el dueño de la bola golpeada,
tenía que pagarle una al que la golpeó; el otro modo de jugar era el
triángulo: se dibujaba en el suelo, se colocaban las bolas en los vér-
tices o en los lados si éramos varios jugadores, luego desde una dis-
tancia acordada tirábamos la bola y el más cercano iniciaba el juego.
El “Escondite”: podían jugar muchas personas. Una cerraba los ojos
o apoyaba la cabeza sobre la pared, contaba hasta treinta o cin-
cuenta, dependía del número de participantes, y los demás nos mar-
chábamos a escondernos. Una vez finalizada la cuenta, la persona
tenía que buscarnos y al que encontrara primero, tenía que quedar-
se a contar en el próximo juego.
El “Aro” consistía en una circunferencia de un material de hierro o
similar, que se conducía con una guía rígida, rectilínea que al final se
incurvaba hacia atrás como una semicircunferencia, y se intentaba
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