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talones. Con trabajo, ahorro y tesón, muy joven se estableció con
negocio propio en la calle La Muralla 257, convirtiéndose en uno de
los más prestigiosos comerciantes de la capital; gerente de Acebo,
Pérez y Cía., importadores, fabricantes y almacenistas de ropa he-
cha, con la firma “Pantalón Popular” que vistió a los cubanos durante
muchos años. Y el simpático lema: “Cómodo y elegante ha de estar,
usando confecciones Popular”.
Al igual que el anterior, más emigrantes nacidos en Tanes se de-
dicaron al negocio textil. Los hermanos Juan (Tanes,1897) y David
Martínez García (Tanes,1898), con la sociedad “Martínez y Cía. S. en
C.” de la que formaban parte también todos sus asalariados, con la
razón “Confecciones Varadero”; y negocios compartidos con Balta-
sar García Suárez (Tanes,1888), que se dedicó a su vuelta al sector
inmobiliario. Ambos hermanos fueron presidentes de la Sociedad
Casina, al igual que su vecino Juan Cortés Suárez (Tanes,1892) pro-
pietario de una tienda de tejidos sin taller, con licencia otorgada en
1926, denominada “Creo y Cortés” sita en la Avenida de Bélgica 73,
Habana.
José Acebo Francisco (Prieres,1857) filántropo al que más arriba nos
hemos referido; propietario de ferreterías, dirigió igualmente la so-
ciedad Acebo y Cía. que explotaba la “Central Fosforera” fábrica de
fósforos radicada San Pablo, 34, Cerro. Fue el gran benefactor de la
aldea de Prieres (comunicaciones, enseñanza y hasta la reparación
de la capilla de Santa Ana). Su hermano Manuel prosperó en Cama-
güey dedicándose a la cría de ganado.
Paulino García Suárez (El Campu, 1888), marchó a los 13 años y co-
menzó vendiendo helados en La Encrucijada (Sagua la Grande),
donde regentó la “Ferretería La Llave.” Para comprender el enorme
flujo migratorio casín a las Américas baste decir que, una vez ins-
talado en Cuba, fue llevando a sus dieciséis hermanos a la Isla y
desde allí al Uruguay. A su vuelta construyó en 1921 una bonita casa
indiana en El Pandu, fue alcalde del concejo y explotó una laureada
ganadería.
Luis García Quintana (El Campu, 1878), marchó a los 14 años, hizo
fortuna regentando una “vidriera” en el emblemático y lujoso Hotel
Inglaterra en La Habana Vieja; el negocio disponía de una notable
cava de puros y actuaba también como Casa de Empeños, muy
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