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bién en la mejora de comunicaciones; ejemplo, la aportación del
filántropo José Acebo Francisco de 10.000 pesetas de 1928 para las
obras de construcción del camino Linares-Nieves.
Todavía hoy, la “Biblioteca Pública Municipal de Caso-Sociedad Ca-
sina de La Habana”, mantiene el recuerdo agradecido a quienes
tanto hicieron por el concejo en tiempos malos.
Algunos “americanos” más
Relacionamos algunos nombres de casinos que triunfaron en Cuba
con sus negocios.
Los hermanos Ramón y Alonso Blanco Lobeto, de Veneros; Ramón,
nacido en 1888 marchó a Cuba en 1904; Alonso, nacido en 1901 emi-
gró reclamado por su hermano en 1917. Ambos en esa edad de
16 años eludiendo la temida llamada a filas. Ramón se estableció
como mozo de carnicería en La Habana, después la compartió con
tres socios hasta quedar como propietario y ampliar el negocio a
varias carnicerías; Alonso, en el mismo sector, llegó a jefe de ven-
tas del Matadero Nacional. Con su experiencia, ambos crearon en
1947 la sociedad “Frigoríficos Blanco” en la calle Obra Pía 108,com-
paginando el negocio de carnicerías con el de proveedores de los
buques de la Cía. Transatlántica Internacional. A su regreso, Ramón
edificó sobre el solar del antiguo comercio de Durán y durante mu-
chos años su familia nos abrió los ojos a los niños con la magia del
cine en su local, proyectado en la blanca pantalla por la tecnología
de Pepín el practicante.
Ángel Martínez Corral (Tanes,1884) viaja a los 15 años y se establece
pronto con ganadería propia en San Cristóbal (Pinar del Río). Benig-
no Prado Aladro (Bueres, 1896), marchó a la ciudad de Ciego de Ávila
con 18 años, siendo empleado y finalmente administrador del co-
mercio “Casa Balbín” de dicho lugar. Higinio González Prado (Coba-
lles,1893) viajó a los 12 años a la ciudad oriental de Santiago, llegando
a ser gerente de la sedería y quincalla “El Palo Gordo”,
Gregorio Acebo García (Tanes, 1901). Emigró a los 13 años comenzan-
do a trabajar en un negocio especializado en la confección de pan-
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