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te para su calefacción.


        Los hijos de Prieres en la Isla se significaron especialmente en el em-
        peño de crear una buena escuela y casa del maestro para evitar
        a los niños el fatigoso trayecto diari o hasta Tanes en los largos in-
        viernos. Así en 1909, con la generosidad de Antonio Sánchez Arma-
        yor y Fernando Cueria González, se inaugura. Tras un incendio, en
        1920 fue reconstruida y edificada una vivienda para los maestros, en
        cuyo dintel conserva la gratitud hacia sus precursores. “ESTA OBRA
        BENÉFICA FUE HECHA POR SUSCRIPCIÓN POPULAR INICIADA POR LA
        SOCIEDAD CASINA DE LA HABANA SIENDO PRESIDENTE DON RAMÓN
        GARCÍA QUINTANA Y SUS PRINCIPALES COLABORADORES DON RA-
        MÓN SÁNCHEZ Y DON JOSE ACEBO. AÑO 1922”.

        Con el mecenazgo de Ramón Barrial se construyeron las de Nieves y
        existen más ejemplos al respecto. Sin duda destaca entre todas, la
        de las dignísimas escuelas de Tarna, inauguradas el 8 de setiembre
        de 1932, obra promocionada por los Simón, de extraordinaria eje-
        cución, bajo proyecto del arquitecto Vidal Heres. El coste fue muy
        de la obra fue muy elevado para aquellos tiempos, concediendo el
        Estado una subvención de 20.000 pesetas a José Simón Corral, una
        parte menor de lo mucho que estos indianos residentes en Baracoa
        aportaron. Lástima que sólo cinco cursos pudieron disfrutarlas los
        niños del lugar, pues resultaron muy dañadas en 1937 y no se reha-
        bilitaron hasta el proyecto de Francisco de Saro (1957).


        Tras la guerra civil, atendiendo al informe del delegado de la So-
        ciedad en Caso, Baltasar García, se envió con urgencia en 1940 la
        cantidad de 11.000 pesetas para paliar las necesidades de todas
        las escuelas del concejo, muchas de ellas destruidas. En fecha más
        cercana, en 5 de julio de 1953 se inaugura con la colaboración emi-
        grante, la escuela de Cabañaderecha para evitar que los 27 niños
        tuvieran que desplazarse a otro lugar, reparándose a su vez la de El
        Tozu, aportando 6.000 pesetas la Sociedad Casina y 9.000 el ayun-
        tamiento.


        No solo en la construcción y mejora de escuelas colaboró la Socie-
        dad Casina de la Habana y los americanos más pudientes. También
        en el envío de libros y material escolar y subvenciones a mil fines
        necesarios en un concejo de escasos recursos municipales. Tam-


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