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La fiesta del monte más reciente habría tenido lugar en la pri-
mera mitad del siglo XX. Como había muchos mozos y mozas
que iban a todas las majadas, esta fiesta congregaba a los del
puerto de Contorgán y a los de las majadas próximas de Aller.
Suponemos que como en todas las fiestas iría más gente de los
montes próximos. De una de ellas surgió el matrimonio de Juan y
Elvira, el primero de Caleao de Caso y ella de Felechosa en Aller.
• Fiesta del Segador. Recientemente, entre 2008 y 2014, se celebró en
Caleao la fiesta del segador, organizada por la Asociación Cultural
y Deportiva “Los Arrudos” de Caleao. En la fiesta se realizaba un con-
curso de siega y se entregaba la Guadaña de Oro a personas o ins-
tituciones relevantes. Se celebraba el último fin de semana de julio y
tenía un poder de convocatoria enorme. Atraía a muchísima gente.
• El Mercaín y Ricao. Son dos fiestas, también estacionales que tie-
nen lugar el seis y el ocho de septiembre respectivamente. En
el Mercaín, se venden los “xatos pasteros” que se bajan la vís-
pera del puerto de Contorgán. Siempre se dijo del mismo que
era quien establecía los precios de este ganado en Asturias.
Tuvo varios emplazamientos: los que tenemos unos años recor-
damos la época en la que se celebraba en El Llerón, junto al río,
con una multitud de gente. Tenía ese sabor genuino y antiguo de
un mercado tradicional, como lo tenían las ferias de El Campu.
Luego se habilitó una zona en La Riega Poli, ya dentro del núcleo
urbano, con anillas y barras de hierro para atar el ganado. Allí
disponía el pueblo de una pesa para animales por si era nece-
sario su uso. Finalmente se llevó a San Cibrián, a las afueras del
pueblo, donde se acondicionó un prado con mucha comodidad
para cargar y descargar el ganado, al lado de un área recreati-
va. Pero los tiempos están cambiando y las ferias y los mercados
tiende a desaparecer, vendiéndose el ganado en las cuadras.
En la fiesta de Ricao se procesiona desde el pueblo hasta la ermi-
ta que dista unos dos kilómetros, llevando a la Virgen en un carro
del país engalanado y tirado por dos vacas casinas. En la ac-
tualidad se hace con las que se puede, que son de la raza parda
alpina “ratina”. Antiguamente se llevaba la comida y la gente se
juntaba para comer en el prado de La Encruceyada, que está en-
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