Page 164 - CASO
P. 164

No hace mucho tiempo los mayores eran capaces de levantar-
            se de la cama para “ir a echar una posa”, un turno de repicado.
            Había una sana competencia para ver quien lo hacía mejor. Des-
            de las casas del pueblo, cuando alguien destacaba procuraban
            identificarlo. Se colocaba un ramo de ciprés y otros arbustos de
            hoja perenne en la veleta  de la espadaña de la iglesia, muy bien
            atado, de modo que durara hasta el año siguiente. Su coloca-
            ción estaba al alcance de muy pocos mozos, pues hay que tener
            arrestos para subir hasta allí, dado que las últimas piedras se su-
            jetan por gravedad. De los últimos en subir, debemos mencionar
            a Antonio Aladro  y el último, mi hermano Arturo. Después de él, se
            siguieron tocando las campanas, pero ya nadie colocó el ramo.

            En la larga noche de “les campanes” se hacía una hoguera delante
            de la iglesia. Se iba a robar la leña o a despertar intencionadamen-
            te a quien había dicho que iba a estar al tanto para evitarlo. Tam-
            bién se hacía chocolate y lo que mandaban los cánones era “ir a
            mecer les vaques a daquién”( ordeñar las vacas a alguien) para
            hacerlo. Lo de las risas y la aventura se prolongaba hasta el día
            siguiente, según los comentarios de los perjudicados. En esta y en
            otras historias de la misma índole, se acuñó el término “la chusma”
            para referirse a la juventud que andaba con ganas de pasarlo bien.


        •  Fiesta de Santa Cruz. La Santa Cruz es la patrona de Caleao. Se cele-
            bra el tres de mayo y es una de esas fiestas estacionales, después
            de la misma, la gente ya comienza a tener en la cabeza la faena
            de la hierba. Había un Nazareno que se quemó en uno de esos
            episodios tristes de la guerra civil, con pelo natural y que al pare-
            cer era una obra de arte. Me cuentan que sería una obra exquisita
            de un imaginero local siguiendo los cánones del Cristo de Tanes.

        •  Fiesta del monte. Tenemos que remontarnos a otra época más
            lejana. Probablemente habría habido una fiesta anterior donde
            se hacía una hoguera en La Piernosa y se danzaba alrededor de
            ella y habría terminado porque, como escribe Palacio Valdés,
            habría demasiadas peleas. Recuerdo los cuentos que conta-
            ba de esta fiesta Pepe el de Rosalía (José Gonzalo), haciéndo-
            lo con tanta pasión en aquellas largas veladas invernales en las
            que se juntaba la gente por las casas, que no había peor castigo
            que mandarnos a los niños  a la cama porque molestábamos.


                                               164
   159   160   161   162   163   164   165   166   167   168   169