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ron Catalina Aladro y luego su hijo Millán Armayor.
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• La Alborada. Se celebraba en la noche del día de san José.
Los mozos salían de ronda y cantaban por las casa copli-
llas más o menos jocosas. Se les daba un aguinaldo en me-
tálico o en especies (fruta, comida), que luego degustaban
todos juntos. Era costumbre también que quien rondaba a
una moza se subiera al tejado y le colocara en la chimenea
un “ ramu”, que solía consistir en una berza florida, “un llan-
teru”, de vivo color amarillo que es como están en esa época.
• El Antroxo (carnaval). Se celebraba con la fiesta de los disfra-
ces el martes de antroxo, aprovechando lo que había por las
casas o bien lo que te podían prestar. En tiempos más antiguos
se disfrazaba la gente mayor y se tenía a gala no ser reconoci-
dos. Siempre había gente dispuesta a ayudar y con una imagi-
nación sin límites como María Portugal (María la de Felipe). He
oído que mis abuelos Manuel y Teresa, de solteros, fueron una
pareja que se disfrazó y no fue reconocida. Los niños también se
disfrazaban y salían a pedir el aguinaldo. Por otra parte, y tam-
bién en Antroxo los chicos varones iban a tocar los cencerros,
“la cencerrada” a los de los pueblos vecinos. Los de mi genera-
ción fueron los últimos que lo hicieron. Subimos a La Trapa a to-
car a los de Buspriz, con el maestro Wenceslao Díaz. Evidente-
mente no podía faltar el pote de antroxo, en el que se comían
“pates”, “oreyes”, “rabu” y “focicu” de los cerdos que permanecían
en salazón desde la matanza hasta estas fechas. De postre eran
típicos “les fayueles”(frisuelos) y los borrachinos. El pote de An-
troxo se comía “el domingo gordu”, domingo anterior al “martes
de antroxo”, que era cuando se “amazcaraben” (disfrazaban).
• La Semana Santa también tenía sus notas costumbristas. Además
de los oficios religiosos, el día de Jueves Santo se celebraban “Les
Tiniebles” en el cabildo de la iglesia (“el cabríu”), tocando “les mal-
traques”(las matracas) y otros objetos que metieran ruido como
cortezas de castaño golpeadas en el suelo. También se tocan las
matracas, acompañando al bombardino en la procesión de las
Capas Pardas en la Semana Santa de Zamora. A media noche
del Sábado Santo, al comienzo del Domingo de Resurrección, se
tocan las campanas hasta el amanecer, repicando por turnos.
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