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- “Equí está un hombre almorzáu por dos pesetes”. Había gastado
dos onzas de chocolate para hacerse el desayuno y calculado su
precio. La leche era de sus vacas y salía gratis.
La visión de la cooperativa era global y para ello se acondicionó en
Caleao la fachada norte del cabildo de la iglesia para la instala-
ción de un Hogar Parroquial con servicio de bar y a continuación un
local donde se reunían los miembros de la cooperativa. Todo esto
con precios competitivos. Venía ser como un centro social actual.
Los beneficios eran dedicados al fondo cooperativo. Aunque resul-
te anecdótico, en un resumen de cuentas del “Hogar Parroquial” de
fecha 1 de abril de 1962, figuran unas compras por importe de 2073
ptas. y unas ventas por importe de 2530 ptas. de lo que resulta un
beneficio de 463 ptas. que unidas a otras 414 ptas. de gastos que
costeó, dan como resultado una contribución a la cooperativa de
877 ptas. “que de otra forma tendrían que abonar los socios de la
cooperativa”.El hogar parroquial habría funcionado un poco antes
de la creación “oficial” de la cooperativa.
De esto que decimos se hace eco el diario La Nueva España en un
artículo bajo el título “El cooperativismo está a punto de llegar a
Caso” de fecha sábado 16 de marzo de 1963. El cronista, César Ál-
varez, subtitula: “Caleao: Más de sesenta vecinos unidos en una es-
tupenda empresa de interés económicosocial”. El mismo artículo
aporta el censo demográfico de Caleao, cifrándolo en 650 almas
en 1918 y de 120 en la fecha del artículo.
En la cara este del cabildo de la iglesia, la cooperativa instaló un
molino eléctrico que atendían los socios por la noche siguiendo un
turno diario que abarcaba el mandato de un año y se utilizaba para
el maíz y la cebada que consumían los animales. Se pagaba según
los Kg. molidos.
Sería impensable escribir unas líneas de Caleao sin mencionar a Oli-
va Armayor González, seguramente quien más ha investigado sobre
cuestiones de antropología y folklore del concejo de Caso.
Uno de esos guiños del azar, quiso que nacieran dos niñas vecinas,
separadas sus casas por un camino, en el barrio de Llamapodre, en
Caleao. Eran Emilia Gonzalo González, nacida en 1913 y Oliva Armayor
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