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de unos 700g de peso y con “el marcu”de cada artesano a modo de
        sello personal e identificativo.


        El resultado final es un queso muy rico en materia grasa, de sabor
        fuerte y picante, que no suele dejar a nadie indiferente. O tiene de-
        fensores a ultranza que dicen que es el mejor queso del mundo o
        gente que no le gusta nada. De todas formas el quesu casín es jun-
        to con el Cabrales los dos quesos más antiguos documentados en
        Asturias.


        En cuanto a la manera de comerlo, se suele hacer maridándolo con
        dulce  de  manzana en  pequeñas  cantidades.  Lo  indica  bien  a  las
        claras el refrán: “Tolos los dis quesu y al añu un quesu”.

        Respecto a la venta, Juana Sánchez iba con un hijo a la majada
        de La Robre para que ordeñara y ella preparaba una “maniega” de
        quesos para venderlos en las fiestas de El Carmen, en Aller, que le
        quitaban de las manos y  más recientemente, Benedicta Traviesas
        bajaba todos los jueves al mercáu de Pola de Laviana con su reme-
        sa de quesos frescos que no alcanzaban a satisfacer la demanda



        Ahondando en el autoabastecimiento ancestral de los pueblos de
        montaña, como en todos, tuvo muy buenos artesanos de la madera,
        capaces de satisfacer las necesidades cotidianas: madreñas, “pre-
        seos” (aperos de labranza) necesarios para hacer posible la vida
        diaria, “xugos”(yugos), “astes de gadaña” (astiles), “angazos” (rastri-
        llos de madera) y un largo etc. Los astiles eran muy apreciados por
        la calidad de las manillas, sobre todo la de la mano izquierda.

        Lo mismo cabría decir de los utensilios de cocina: “cuyares” (cucha-
        ras), “escudielles” (platos), artesas… así como los muebles de la casa,
        donde no faltaban nunca ni las arcas, ni la masera, ni la alacena. En
        las más antiguas estaban así mismo “el plateru” en la cocina, para
        colocar los platos y “la cantarera” para colgar los calderos y  más
        antiguamente “les ferraes”. Eran los tiempos en que se iba por agua
        a la fuente, por no haberla en las casas.

        Mención especial, dentro de la artesanía de la madera, merece el
        rabel de Caleao. Podemos encontrar referencias al mismo en cual-


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