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ses del año en la majada de L´Acebal, a 1391m. de altitud. Cuando los
        pastos estaban yermos y no había comida para el ganado, se po-
        daban los acebos. Era un recurso que siempre estaba ahí. Además,
        estas labores de poda y clareo les venían muy bien a estos árboles
        y las matas aumentaban su vigor. Actualmente, con la prohibición
        total de cualquier tipo de tala o poda, se encuentran las matas de
        acebos totalmente envejecidos y de seguir así, y a juzgar por el as-
        pecto que presentan a día de hoy, condenadas a desaparecer.


        Por todo lo dicho anteriormente, por ser una despensa de la que
        cualquier vecino podía tirar en momentos de dificultad y todos sin
        excepción en la época estacional de pastos, el puerto de Contorgán
        fue lo único que fue capaz de suscitar unanimidad entre todos los
        vecinos para su conservación, lo único innegociable. Para su disfrute
        solo era necesario e imprescindible ser vecino de Caleao. Ya se sabe
        que para establecer la vecindad, la gente de entonces hablaba de
        “casas con humo”. En los últimos años de su vida, en la mayada de
        La Robre, Santos Gonzalo  ponía voz a sus sentimientos y le decía
        emocionado a mi madre:


        -” ¡Y que tenga yo que dexar de venir a esti monte que tantu me dio!”.
        Ya le fallaban las fuerzas para subir. Y lo decía alguien que habiendo
        emigrado  había vuelto, y con lo ahorrado, comprado tierra en Ca-
        leao; La Robrera en concreto.


        Con el paso del tiempo una parte del puerto, la vega La Valencia
        con todas las majadas que hay hasta llegar a ella, por la parte de
        Aller, se habría de vender para pagar el retablo del altar mayor de
        la iglesia de Santa Cruz la Real, obra de Antonio de Borja, discípulo
        de Luis Fernández de la Vega, el mejor imaginero que dio Asturias.
        Es  una obra grandiosa y una de las mejores muestras del barroco
        en Asturias. No desmerece para nada del que se tiene por el mejor
        retablo barroco de nuestra región, el de la iglesia de San Martín de
        Calleras (Tineo)  y también obra de Antonio de Borja. Dicho retablo,
        procedente del desaparecido Monasterio de Santa María de Lapedo
        en Belmonte de Miranda, había sido desmontado y traído en carros
        hasta Calleras para construir una imponente iglesia a su medida.

        Por la parte sur, el Puerto de Contorgán era mucho más grande de lo
        que es en la actualidad. Llegaba e incluía la zona denominada Tres


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