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dernidad. Pues bien, es en estas circunstancias donde se pone en
        marcha la escuela en Caleao, tal y como atestiguan la inscripción
        en piedra que aún se conserva. Corría el año 1786. La transcripción li-
        teral dice así: “Hízose esta casa de escuela a costa de los vecinos de
        esta parroquia, siendo procuradores Thorivio Calbo, Thoribio Miguel,
        Thomás de Gonzalo y Fernando Calbo”. (Se corrige el apellido Migel,
        Miguel). Aún se conserva  este apellido, igual que el apellido Calbo,
        que hoy se escribe Calvo).


        Se adelanta por tanto a la escuela de Campo de Caso que se fun-
        da un año después, el 21 de febrero de 1787, dando facultad para
        hacerlo a los procuradores Pedro Díaz, del Arroyo (Arrobiu); Santos
        Testón ; Juan de Vega, del Barru y Gaspar Capa, de Veneros,  “… para
        que estos junto con el licenciado D. Fernando Canella Gutierrez, cura
        propio de la referida parroquia, dispusiesen para el servicio de Dios
        Nuestro Señor, enseñanza de los niños y beneficio de todo el vecin-
        dario, fundar una escuela de primeras letras con cargos y condicio-
        nes más arregladas a arbitrio del párroco”.


        Los procuradores ostentaban un cargo anual, obligatorio y no re-
        munerado y la misión era la de velar para que se cumplieran las
        normas de buen gobierno que la comunidad local establecía en
        junta pública para sí misma. En una comunidad absolutamente ce-
        rrada como la que hablamos, todo debía estar totalmente reglado:
        las sextaferias, el aprovechamiento de pastos, la indicación de los
        mismos para las distintas especies, el aprovechamiento de la Gua-
        riza y de los montes comunales, el cotado y descotado de las erías
        y “El Cotu”, la elección de la genitura de las diferentes especies con
        la indicación de que no podían ser vendidas en ese periodo, para
        su aprovechamiento comunitario. La comunidad asimismo estaba
        obligada a la manutención mientras durase la genitura. El orden de
        las beceras y todo lo que incumbe a la mejora y buen funciona-
        miento de la comunidad. Las discrepancias se resolverían en jun-
        ta pública, “en conceyu” y las fechas para establecer cada cosa se
        marcaban, en un aprovechamiento circular que sigue los ciclos de
        la vida y de la tierra, siguiendo el santoral: San José para la primave-
        ra y San Miguel para el otoño, que aquí se llama “el samiguel”.

        Caleao es un pueblo edificado en ladera, como todos los de Astu-
        rias, para poder aprovechar para usos agrícolas y ganaderos to-


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