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dos los terrenos de vega y de siembra. Por ello tiene una estructura
abancalada, de tal forma que un muro de piedra sujeta un camino
y éste sirve de antojana de las casas o las cuadras de la quintana.
Lo mismo cabe decir de los huertos, próximos o anexos a las casas
que mantienen la misma estructura. Esta manera de tener los huer-
tos intercalados en la estructura urbana, hace que el pueblo sea
abierto y tal vez distinto de los del resto del concejo que mantienen
por una parte el núcleo urbano y por otra, fuera del mismo pero
próximos a él, los huertos que complementan la economía familiar,
al menos antes, cuando hablábamos de economía de subsistencia.
Esta misma estructura se mantiene en la construcción del cemen-
terio. Siempre había oído que el primitivo cementerio estaba en los
aledaños de la iglesia. De hecho, todo el enlosado interior está for-
mado por tumbas, algunas numeradas, siguiendo la costumbre no-
biliaria de que cuanto más cerca del altar, más cerca de Dios y por
tanto mayor coste económico de la tumba a beneficio de la iglesia.
La construcción del actual cementerio supuso en su momento una
obra civil de proporciones enormes. Hay dos muros considerables
formando el abancalamiento para buscar una superficie llana. Uno
sujeta el cementerio con su capilla y el otro lo hace con el camino
que lo limita por el norte, estando éste en un escalón superior, lo cual
fue aprovechado para hacer algún nicho en los dos extremos. Su
construcción data de 1890 y es una obra absolutamente comunita-
ria. Para su construcción cada familia hubo de acarrear cuatro ca-
rros de piedra. La obra disponía además de la mencionada capilla,
de cementerio religioso, cementerio civil, osario y una rudimentaria
sala para hacer autopsias o velar un cadáver. Al caer en desuso los
enterramientos en tierra, se procede a la construcción de nichos
con lo que se producen una serie de remodelaciones donde se uni-
ficó todo, permaneciendo en la actualidad un único cementerio
con su capilla.
Otro hecho a tener en cuenta en todo el concejo es el aislamiento
secular debido a una orografía hostil y montañosa. Es cierto que a
nivel social favorecía la relación entre los vecinos de las diferentes
brañas o majadas (“mayaes”) aunque fueran de concejos distintos,
porque como siempre se dijo los montes unen y los ríos separan.
En el caso de Caleao se fraguaron unas amistades con los de las
majadas de Felechosa, particularmente con los vaqueros de La Ta-
bierna que perduran de padres a hijos, por más que siempre hubo
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