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existiendo en Caleao una campana con esta finalidad: la campana
de conceyu. Era la manera de llamar a junta a los vecinos, fórmu-
la que se recoge en las actas de la época (“…reunida la mayor y
más sana parte de los vecinos del lugar a toque de campana tañi-
da…”), así como los toques “a arrebato” en caso de incendio, en cuyo
caso tocarían todas a la vez, la de conceyu y las dos de la iglesia. El
lenguaje de las campanas era un medio de comunicación con un
código conocido y asumido socialmente, que incluso en los toques
de difuntos diferenciaba entre el toque para un hombre y para una
mujer.
En otro orden de cosas es de destacar que Caleao cuenta con un
núcleo urbano considerable para lo que es un pueblo de montaña,
y según me contaron siempre de viva voz, Arcadio Calvo entre otros,
llegó a tener más de cien niños y niñas en la escuela o Juan A. Ala-
dro, “Juan del Xerru” cuando me decía: “De LLamapodre al fontán de
Val de la Llin había un caleyu y votaren per elli más de venti mozos
que se atroparen col fontán. Iben a devolar la Vega Isornu pa incor-
porase a files …”.
A más abundamiento sobre la población, llega a mi poder, de mano
de Margarita Prado, una copia cuyo recuento nos da 145 varones
con el siguiente texto: “Lista nominal que contiene todos los mozos y
casados desde la edad de diez y ocho hasta la de cincuenta cum-
plidos… Caleao y Febrero, primero del año 1837”.
Como lo religioso y lo social estuvieron unidos a través de la his-
toria, tiene Caleao una iglesia sorprendente en cuanto a tamaño
y factura. Es del s. XVI, inaugurada en 1594 por el obispo de Oviedo
Diego Aponte de Quiñones y dedicada a la Santa Cruz, aunque muy
reformada en el s. XVIII. Los viejos de Caleao dicen que es hija de la
Colegiata de Tanes y que para su construcción, la iglesia de Caleao
le pidió dinero a ésta, que era más rica, dinero que según dicen no
se devolvió, aduciendo que “desde cuando una madre pedía a una
hija que le devolviera el dinero prestado”. La iglesia de Santa Cruz la
Real de Caleao, vino a sustituir a la primitiva iglesia de la parroquia,
dedicada a San Martín y situada un poco más allá del cementerio.
Creemos que algunos de los materiales de la antigua iglesia se re-
utilizaron en la nueva, particularmente en dos confesionarios bellísi-
mos de madera policromada, que tienen todas las trazas de haber
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