Page 39 - Braña
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Viaje al paraíso: Brañagallones
se llamaba la “esquela”, una simple lasca de madera o forgaxa en la que anotaban
a lápiz sus mandados. De vuelta, el interiu seguramente subía con menos carga,
la vianda, el frugal alimento para hacer llevadero el tiempo en la montaña (pan,
tocín y poco más) y los mandados reclamados en las notas, que también iban de
vuelta, seguramente con mejor escritura y en papel, dando razón de amores, lutos
y sucesos cotidianos. Quien bajaba a la mañana el interiu subía en la tarde con la
vianda; ¿de qué acero estarían creadas aquellas gentes, condenadas a subir y bajar
cuestas eternamente?, ¡cuántos afanes en el vivir diario!
LOS LÍMITES DEL VIENTO Y EL BOSQUE EN LLAMAS
Si el caminante quisiera acrecentar su deleite con el paisaje hasta aquí descrito,
podría optar por cualquiera de las múltiples rutas montañeras que parten de la
Vega. La de Valdebezón, la braña hermana, a mayor altura, con vida pareja a la
que contamos, es un paseo de ensueño. Buscando el nacimiento del Monasterio,
el camino nos acercará sin dificultad: El Pescaeru, les Yanes del Artu, preciosa
campera salpicada por hayas centenarias y, a continuación, otro punto donde el
fotógrafo inmortaliza el viaje, la encantadora cascada adornada de musgo y el
pequeño puente que salva las aguas del río -cuando éstas no permanecen sumidas-,
la Campa l´Escobiu, otro escondido salto en Los Escobios, la muria -moderno
cierre canadiense en la actualidad- que controlaba el paso de las reses, y la fuente
L´Oteru que nos deja a la entrada misma de la majada, un espacio increíble en el
que quisieran sentir nuestros oídos los monótonos golpes de la vieja mazapila que
un día instalaron allí aquellos orfebres de la madera, los hermanos Pumarada de
Belerda, para ahuyentar las alimañas en tan paradisíaca braña, fresca y apetecible
para los animales por su altura, cuando el calor intenso y la mosca apretaban en
la Vega, en ese deambular eterno de las bestias.
Otra vez el arrobamiento se rinde ante la grandiosidad de los escarpes que
encuadran esta braña: el Cuchillar y la Peña el Sellar, que escoltan el interminable y
pendiente herbazal que nos regalará la mágica Mayaína los Fueos, con sus pozos,
fueyos, jous,... que tantos nombres reciben en este Paraíso Natural de las Asturias,
y llega arriba, a la misma Peña´l Vientu para contemplar la vista que se abre hacia
San Isidro y la piramidal cumbre del Picu Torres, el vértice cimero del concejo. O
busca el mismo destino por la izquierda, ascendiendo por las olvidadas majadas
de La Becerrera -en la que se conservan todavía restos de poblos- y El Vallín, en la
que asoma la fuente La Corcoxa, que filtra las aguas de Les Llagunielles, preciosas
lagunas que afloran en tiempos de nieve, y de ahí por la izquierda a La Realcada,
dejando a un lado El Páramu, con La Requexada abajo, fecundo criadero de
rebecos, y por las curvas en zigzag del Arrodeu a La Mullía, el más elevado paso
del concejo, a 1825 metros de altitud, rayana con León, tan cerca de la Laguna
Negra e Isoba; o a Les Aguyes de la Peña´l Vientu, imaginando la cuna del extinto
glaciar. Y multitud de rutas en todas las direcciones, que dejamos en manos de los
expertos alpinistas que patean y disfrutan las montañas, pues repetimos, no era
nuestro objetivo elaborar una guía al uso montañero.
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