Page 118 - Valdediós
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Del Reino de Asturias al Reino de León
dientes del magnate cántabro Pedro recalaron en en Cangas con un programa
político expansionista y bien definido, para hacerse con el poder del ámbito de
dominio de Pelayo, imponiendo determinadas formas políticas como la sucesión
hereditaria y patrilinial en la sucesión al trono. Quizá con mayor poder que los
jefes locales asturianos, disputaron la hegemonía a los descendientes del pro-
pio Pelayo, ganándoles la partida en varias ocasiones. Eso ocurrrirá con Aurelio,
Mauregato, Vermudo I y de manera definitiva con Ramiro I, como tendremos
ocasión de comprobar .
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Fruela I, el hijo de Alfonso (757-768), orientaría sus actuaciones políticas hacia
las comarcas orientales asturianas. Después de una expedición contra los vasco-
nes rebeldes, de la que sale vencedor, se casa con Munia, natural de estas tierras,
con el propósito de estrechar lazos de unión con los habitantes de las mismas,
utilizando de nuevo el matrimonio con finalidades claramente políticas. También
le encontramos en el “lugar de Oviedo” donde nace su hijo Alfonso, el futuro Al-
fonso II, y construye la primera fábrica de la basílica de San Salvador:
“De los hijos de Pelayo, Fruela, el más destacado de ellos (clarior) brilla (extitit decoratus) en
lo más alto del reino (regni apice). Por el fue fundada en este lugar llamado Oviedo (Ovetao) la
iglesia dedicada a tu sagrado nombre” 40
Las Crónicas silencian estos episodios que sólo conocemos por documentos de
la época de Alfonso II y no estamos completamente seguros de la significación
última de los mismos en la trayectoria política del soberano. Sí sabemos que ha-
bía tenido que salir de Cangues de Onis por haber dado muerte a su hermano Ví-
mara –“con sus propias manos” en la versión de Sebastián: un delito grave que le
obligaría a abandonar la corte. Retirarse a esta localidad del centro de la región
podría servir para purgar su culpa a la vera de una fundación monástica en cier-
nes como era el monasterio de San Vicente, según propuso hace años Torrente
Fernández o sencillamente porque Oviedo era también otro centro de poder
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desde la época tardorromana, según se sugirió más arriba, y con su presencia
trataría de extender hasta allí el dominio de Cangues. Esta hipótesis cobra fuer-
za con la nueva interpretación de un epígrafe de la cripta de Santa Leocadia en la
catedral, de difícil lectura, hecha hace unos años por el profesor Díaz y Díaz. Se-
39. VV., “Poderes sociales...”, L.c., p. 24
40. A.C.O. Cuadernillos, n. 1, public., S. García Larragueta, Colección de documentos de la catedral de Oviedo (a. 812), Oviedo, 1962, n. 2, pp.
4-9. En el mismo documento, Alfonso II, autor de esta donación que podríamos considerar como fundacional, dice con cierta solemnidad:
“(en esta iglesia) no solo nací sino que renací”, que vale tanto como decir que recibió el sacramento del Bautismo, verdadero renacimiento
para los cristianos.. La inscripción fundacional de Alfonso II, recogida por el obispo don Pelayo en el Liber Testamentorum, donde se alude
también al protagonismo de Fruela I: F. J. Fernández Conde, El Libro de los Testamentos de la catedral de Oviedo, Roma, 1971, apend. II, p.
378. Estudio, pp.106-109.
41. I. Torrente Fernández, “Sedes regias de la Monarquía asturiana”, Historia social, Pensamiento historiográfico y Edad Media (Homenaje al
prof. Abilio Barbero de Aguilera), Madrid, 1997, pp. 587-588. Cfr. también: Mª. J. Suárez Álvarez, “La monarquía asturiana. Nuevas pers-
pectivas de interpretación”, La época la Monarquía asturiana..., pp. 203-227; en concreto, pp. 213 y s.
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