Page 102 - Valdediós
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Unas piedras que siguen hablando
Celebrar la Eucaristía en cualquiera de las iglesias del prerrománico o románico
de las que está sembrado el Concejo de Villaviciosa, es unirse a una cadena, inin-
terrumpida en muchos casos, de creyentes que celebraron y lo siguen haciendo
en estos espacios que aún cargados de años, de siglos, siguen cumpliendo la fun-
ción para los que nacieron: ser un espacio sagrado para dar culto a Dios, esen-
cialmente, para ofrecer a Dios el sacrificio eucarístico, según el mandato del Se-
ñor, y ser edificado así el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia.
El templo cristiano también es un espacio en el que constantemente resuena y
lo hace con fuerza la Palabra de Dios. El encuentro con Cristo en su Palabra, a
través de una escucha atenta y en la acogida generosa, constituyen un alimento
indispensable para la vida cristiana:
“La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de
Cristo, pues, sobre todo en la sagrada liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles
el pan de la vida que ofrece en la mesa de la palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo […]. La
Palabra de Dios es viva y enérgica, puede edificar y dar la herencia a todos los consagrados”
(CONCILIO VATICANO II, Constitución Lumen Gentium, n. 21).
El templo aparece como un espacio y un tiempo propicio, en el cual todo se dis-
pone para favorecer la escucha y la acogida de la Palabra de Dios, para que ésta
pueda ser “masticada” -según expresión de los Santos Padres-.
De esta manera podemos tener una verdadera experiencia de encuentro con
Cristo, porque la Palabra de Dios no es simplemente revelación de un concepto
o de una verdad abstracta, sino la revelación y comunicación de una Persona,
es decir, a través de su Palabra, Dios ha conducido pasa a paso a la humanidad
hacia la salvación. Esa Palabra es proclamada no sólo con palabras sino, como
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