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Del Reino de Asturias al Reino de León

        En 1922 ganaba el premio nacional de investigación Covadonga con el traba-
        jo, Historia del reino de Asturias y de sus instituciones que nunca fue editado en
        su integridad . Desde entonces, y durante muchos años, dedicó lo mejor de sus
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        esfuerzos a volver sobre la misma temática, releyendo las fuentes diplomáti-
        cas y narrativas, las cristianas sobre todo, para tratar de analizar y compren-
        der los problemas más intrincados de este período altomedieval. Una buena
        parte de los resultados de dichas investigaciones pueden encontrase en los tres
        gruesos volúmenes, Orígenes de la nación española. El Reino de Asturias (Ovie-
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        do,1972-1975) . Sería injusto minusvalorar, en su conjunto, la importancia de
        esta magna obra. Nosotros mismos, en nuestro primer acercamiento a la proble-
        mática histórica central de la época, lo relacionado especialmente con los reyes
        de Asturias, quedamos asombrados y subyugados al mismo tiempo por muchas
        de las conclusiones del investigador español que trabajó durante tanto tiempo
        en Buenos Aires con las lógicas dificultades de quien está en tierra ajena y ale-
        jado de los escenarios históricos que investiga. Sin embargo, con el paso de los
        años y, sobre todo, al ir contrastando sus tesis fundamentales con los resultados
        de investigaciones parciales de diferente naturaleza que fueron apareciendo en
        la segunda mitad del siglo XX, pudimos percatarnos de ciertas orientaciones al-
        bornocianas de fondo incorrectas o erróneas sin más. Prescindiendo de sus teo-
        rías sobre despoblamiento-repoblación del valle del Duero, abandonadas ya por
        la mayor parte de historiadores y arqueólogos, también nos parece inadmisible
        la fe inquebrantable de Sánchez Albornoz en las informaciones de las escasas
        fuentes documentales que manejaba, sin preocuparse en serio de los problemas
        de autenticidad de muchos diplomas; la lectura literal de los textos cronísticos,
        profundamente ideologizados cuando se compusieron y con una fuerte carga
        de neovisigotismo ; y por ello, nada tiene de extraño que los reyes asturianos, tal
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        como los analiza y describe este historiador, aparezcan tocados de cierto halo
        de providencialismo sagrado, como si los considerara responsables de la “salus
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        que secular:



             “Mucho ha cambiado el mundo geográfico, cultural y vitalmente, desde que Pelayo resistió al
             Islam en las peñas de Asturias ¿Quién puede hoy imaginar donde tendrá lugar mañana otra
             nueva batalla de Covadonga? ¿Donde se iniciará una nueva reconquista que salve al cabo
             las esencias de la civilización nieta de aquella por la que, con el nombre de Dios en los labios,
             peleó el primer vencedor cristiano del Islam en Europa?” 7




        4. “En jornadas de doce horas de trabajo y durante los meses finales con taquígrafos tarde y noche , pude terminar, provisionalmente, los
        cinco volúmenes que entregué al jurado en los últimos días de diciembre de 1922”: C. Sánchez Albornoz, Orígenes de la nación española. El
        Reino de Asturias, I, Oviedo, 1972, p. VIII (prólogo del autor).
        5. Bibliografía de Claudio Sánchez-Albornoz y Menduiña, Buenos Aires: Instituto de Historia de España, 1979.
        6. La utilización que hace de las fuentes árabes fue siempre problemática e incompleta. En la actualidad disponemos de un “Corpus” mu-
        cho más completo de esta clase de fuentes, con ediciones más cuidas y fiables.
        7. C. Sánchez Albornoz, Orígenes..., I, p.XVIII (final del prólogo).
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