Page 97 - Valdediós
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Francisco José Rozada Martínez
Sea memoria viva de tantos que pasaron buena parte de sus vidas entre los
venerables muros de este sagrado recinto de Santa María de Valdediós.
“Señor, tú no abandonas al que busca la lumbre de tu rostro,
aquel que con fe viva y valentía siembra en la espera.
Creemos en tu nombre, confiamos en tu misericordia.
Alcázar y refugio en el peligro, roca y victoria.
Guardamos tus decretos y queremos vivir en el amor,
unidos en la fuerza que redime: Cristo, el Señor.
Recibe, Padre santo, nuestras vidas como incienso de ofrenda
que sube en la alabanza de la tarde en tu presencia”.
Aquí acabaron durmiendo en la tierra el sueño eterno de la paz, y en el cielo
-como prístina Ave Fénix- asociados a Cristo triunfante y glorioso, entonan ante
el Cordero uno de los cánticos del Apocalipsis:
“Gracias te damos, Señor Dios Omnipotente, el que eres y el que eras, porque
has asumido el gran poder y comenzaste a reinar”.
En Valdediós creyeron, trabajaron y entregaron sus vidas con la memoria de las
palabras de san Pablo a los corintios:
“En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la trompeta, los muertos
despertarán”.
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