Page 101 - Valdediós
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Jorge Cabal Fernández

             “No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? […] El tem-
             plo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros” (1 Cor 3, 16-17)

        El ser humano tiene necesidad de plasmar en su espacio vital lo que le mueve por
        dentro, su interioridad. La arquitectura sacra y el arte sacro en general reflejan
        esta realidad: es una exteriorización del movimiento interior que Dios provo-
        ca en el alma de quien le acepta. Gracias a esta realidad caemos en la cuenta
        de cómo un templo cristiano está impregnado de un misterio que el hombre no
        puede contener del todo y que, de alguna manera, a través de la arquitectura, de
        la pintura, de la música… éste intuye y plasma en lo que crea.


        Los creyentes en Cristo, ya desde el comienzo, supieron convertir los espacios
        dónde celebraban su fe en espacios con un carácter especial, en los que se re-
        cuerda la profunda realidad que las expresiones artísticas visibilizan, una reali-
        dad que saca a la luz una dimensión interior y espiritual:


             “Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la
             piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar
             un templo consagrado al Señor. Por el también vosotros entráis con ellos en la construcción,
             para ser morada de Dios, por el Espíritu” (Ef 2, 20-22).

        Todo templo es símbolo de la misma Iglesia, esposa de Cristo:


             “La memoria figurativa que se significa en la transitividad entre la Iglesia misterio y la iglesia
             edificio declina y rige la estructura del lugar cultual. Ésta está relacionada a la corresponden-
             cia entre las piedras y los muros del edificio a las piedras vivas y a los muros vivos de los fieles
             mismos que constituyen las piedras y los muros que la circunscriben a un edificio” (PONTIFI-
             CIO INSTITUTO LITÚRGICO, Ciencia litúrgica V, Piemme (2000) 448-453).

        Símbolo de la itinerancia de la fe de un pueblo, sus expresiones artísticas, res-
        ponden ordinariamente a un proceso de inculturación del mensaje cristiano. El
        lugar del culto aparece como la “casa del pueblo de Dios”, donde la familia de los
        creyentes se reúne para celebrar la fe, especialmente la Eucaristía, de ahí que
        el templo, sea llamado también “Casa de la Iglesia” por su referencia a la Mesa
        del Señor y al lugar de la celebración del bautismo, por el que se entra a formar
        parte de la familia de los hijos de Dios.


        Un templo cristiano es una constante invitación a entrar en comunión con Cristo
        en su Iglesia. La Eucaristía aparece así el momento más importante de la vida del
        templo. Hay que recordar que ella es el centro y el corazón de la entera vida de la
        Iglesia, ella es el evento de gracia en el cual “está todo el bien espiritual de la Igle-
        sia”.




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