Page 415 - San martín del Rey Aurelio
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para el Catastro del Marqués de la Ensenada, a mediados del siglo
XVIII, se menciona la “fieldad de Pumarabín”, distinción que no alcan-
za El Entrego, que ya existía.
En Pumarabín se encuentra la casa madre de los González. Aunque
no está habitada y sirve, en cierto modo, de ordenado almacén de
muebles viejos y recuerdos familiares, se halla intacta en su estructura
y conserva en magnífico estado sus elementos constructivos, lo que
hace de ella un lugar perfectamente museable para mostrar lo que
era una buena casa asturiana del siglo XIX e incluso de antes. Tácito,
a quien todos conocen por Tito, un sobrino de Ovidio Gondi que ha
construido su propia vivienda en las inmediaciones, la cuida con au-
téntico esmero.
La casa está incrustada literalmente en la ladera del monte. Es de pie-
dra, si bien la la fachada principal, orientada al Sur, está revocada. En
la planta baja hay una pieza ocupada por una cocina de carbón que
en su día debió de ser el llar. Es la única modificación que ha regis-
trado el interior del edificio sobre su concepción nativa. A la vivien-
da propiamente dicha se accede por una puerta lateral, orientada al
Este, cuyo vano está formado por ciclópeos bloques de piedra, bien
labrados. A la derecha queda el amplio espacio reservado al forno
y el llar, sobre el que se sitúa un techo de sardu, para que el humo,
que pasara a su través curase los embutidos, que se colocaban en la
parte superior. Adosado a la pared permanece el escañu original. Hay
un arca y una masera y un armariu-espetera para colgar los calderos
y otros útiles domésticos. Los tabiques de la casa son de madera. El
tablazón del suelo está perfectamente ensamblado, sin que se pueda
ver un clavo. En la parte delantera hay una sala, que se abre a un co-
rredor soleyeru y a ambos lados, sendas habitaciones. Una escalera
da acceso al desván, techado a teyavana y muy alto. Al entrar en él se
comprende por qué la casa no tiene un hórreo anejo: con ese desván
espacioso y aireado no lo necesitaba. A un lado de la casa y por de-
lante de ella, está la corraleta el gochu. Detrás, la cuadra.
Prestigio en Nueva York.
Es seguro que Ovidio tenía en la mente esta casa, donde habían naci-
do su padre y su abuelo, cuando eligió Pumarabín como pseudónimo
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