Page 413 - San martín del Rey Aurelio
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El penúltimo párrafo es de una serenidad asombrosa. “Todo lo demás
            es para mí de importancia relativa. Claro que eso depende del tempe-
            ramento y de las circunstancias y hasta del grado de estoicismo a que
            podamos llegar con nuestra experiencia o por nuestras reflexiones. El
            hombre ama a la vida y la defiende por instinto. Pero el instinto es una
            cualidad animal y vegetativa y el hombre tiene, además, raciocinio ¿Y
            de que le sirve la vidas si ha de llevarla como las plantas que vegetan
            en la sombra, tendiendo sus tramas hacia la luz sin alcanzarla nunca?”

            Puede sorprender que quien así razona y escribe en una situación
            límite, la más extrema de todas, fuera conocido por sus vecinos como
            Perfecto el Zapateru. Porque lo era. No exactamente un zapatero re-
            mendón, pues llegó a tener un taller con varios empleados en el que
            producía zapatos de los que antes se llamaban “de artesanía”. Pero no
            por ello dejaba de ser un trabajador manual que había sido capaz de
            emanciparse culturalmente a través de la lectura y el esfuerzo. De sus
            inquietudes puede dar idea que, tal como resalta José Luis Campal,
            puso a sus tres hijos varones el nombre de los tres principales poetas
            romanos: Ovidio, Virgilio y Horacio.

            De México a Estados Unidos.
            Cuando Ovidio Gondi llegó a su cita con Martín de Guzmán no le con-
            tó nada de lo que acababa de ocurrirle. No llegaría a decírselo nunca.
            De Guzmán era un periodista de grandes cualidades, con un brillan-
            te historial a sus espaldas, no solo en su México natal sino también
            en España, donde había sido director del diario madrileño “El Sol”.
            En aquella primera cita le pidió a Gondi que escribiera algo “¿Sobre
            qué?”, le preguntó Ovidio. “Sobre lo que usted quiera”. Lo hizo y al día
            siguiente se incorporaba a la revista, en la que pronto sería redactor
            jefe, aunque haría un paréntesis para dirigir “Guía”, órgano de la Ofici-
            na de Información Aliada. “Tiempo” era una revista que alardeaba de
            buena escritura y en la que los redactores, siguiendo la moda de las
            revistas estadounidenses de calidad, no firmaban sus informaciones.
            Ovidio Gondi se especializó en política iberoamericana.

            Pero en 1945 sintió el impulso de ir a Estados Unidos. Como explica-
            ría en la citada entrevista de Alejandro Pescador, la guerra estaba a
            punto de terminar con la victoria de los aliados y eso le hacía suponer








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