Page 361 - San martín del Rey Aurelio
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Y en invierno los nabos, la fiesta gastronómica por excelencia. Con
callos y casadielles, que gozada culinaria. Lo que se pierden los que
nunca lo hayan probado.
También empezaron a llegar grandes cambios, la infancia y la ino-
cencia iban quedando atrás. Empezaban poco a poco a adquirir
conciencia social.
La gran huelga minera de abril del 62 les pilló aún muy niños, sin
capacidad para comprender aún muchas cosas.
Con trece años empezaron a participar de la revolución cultural de
Mayo del 68, y pese a la falta de noticias en los medios, la informa-
ción fluyó por otras vías.
Recordaban la primera huelga de estudiantes en el Instituto, desorga-
nizados, sin una dirección clara, pero apoyando las reivindicaciones de
los primero sindicatos universitarios que empezaban a denotar que algo
estaba cambiando. Los jóvenes no se iban a quedar de brazos cruzados.
Descubrieron entonces que todo aquello que contaban los libros so-
bre nuestra reciente historia era falso. Franco no había sido el héroe
que nos pintaban, no había existido la famosa cruzada contra unos
demonios imaginarios, sino que nuestros mayores habían sufrido
una guerra civil, una lucha fratricida de hermanos contra hermanos.
Los mas viejos les contaban la brutalidad de la represión sufrida en
las cuencas, el hambre, la miseria, la explotación.
Los sindicatos de estudiantes tenían ya sus gérmenes en las uni-
versidades, aún pasarían años hasta la Transición, pero empezaba a
estar claro que llegaban aires de cambio.
Y como no recordar las mañanas de verano en la peluquería de Tivo, en la
plaza del Ayuntamiento, allí acudíamos unos cuantos jóvenes contertulios
cada día. Inolvidable su frase mítica: “¿Estáis contentos con vuestro trabajo?”
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