Page 362 - San martín del Rey Aurelio
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Como inolvidable fue el día que bajó de su sillón a un conocido polí-
            tico de derechas, por una discusión sobre lo que querían las mujeres.
            La polémica sobre el feminismo y la igualdad no es nada nuevo, por
            mas que ahora nos lo vendan como tal.

            Y no podían faltar las polémicas futboleras, Tivo era madridista hasta
            la médula y él y otros tomaban el pelo a los dos amigos, a los que unía
            más aún su pasión por el Barcelona, y las risas porque estaban suscri-
            tos a la revista Barça. En su día vieron con él, en su casa, un partido
            por la tele en el Bernabeu, entre los dos grandes, que acabó con em-
            pate a tres y una grave lesión del delantero goleador de los azulgra-
            nas, Bustillo. Lo que les tuvo que aguantar aquel día, le llamaron de
            todo por la fea entrada de De Felipe, pero aguantó el chaparrón. Ya se
            vengaría con creces, pues en aquella época los merengues eran claros
            dominadores en el fútbol nacional y los árbitros, aunque vestían de
            negro, tenían el alma blanca. Además aún no había nacido Messi.

            Aquella pequeña peluquería era la particular Escuela de Verano de
            los dos amigos. Tito decía que sin ella seguramente serían distintos,
            y posiblemente para peor. La conclusión de sus clases magistrales
            siempre era positiva.


            Los años iban pasando inexorablemente, llegaba el momento de
            empezar a pensar en el fututo. El de Tito estaba claro, tenía que ser
            médico sí o sí. Los días que pasaba en Bilbao con su tío, un prestigio-
            so cirujano que le llevaba a presenciar sus operaciones a la clínica en
            que ejercía, le marcaron para siempre, y por más que su padre inten-
            tó animarlo a hacer Ingeniero de Minas, su futuro ya estaba escrito.
            Gabino no lo tenía claro, ya veríamos después del COU.


            Lo cierto es que, aunque después el destino de cada uno les llevara
            por distintos caminos, aquella amistad, que surgió desde el primer
            intercambio de chupetes y babas, permanecería siempre inalterable,
            al igual que el cariño por el pueblo que los vio nacer.


            Seguramente muchos paisanos de los nacidos entre los años 50 y 60,







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