Page 315 - San martín del Rey Aurelio
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Vino a continuación el paquete Sotón, también bautizado en las mi-
            nas de nuestro concejo al haber tenido su perfil más representati-
            vo en la mina de igual nombre. Fueron capas que de muro a techo
            recibieron nombres que igualmente evocan numerosas historias: la
            Nalona, las dos Abundantes (1ª y 2ª), la Robledal, la Mariana y la Er-
            nestina, cuyos nombres debieron de recordar a alguna mujer amada;
            y finalmente, a techo del paquete, las capas Lozanita y Lozana, que
            recibieron el nombre de sendas mulas que trotaban por las galerías
            de la mina Sotón. En la citada Lozanita fue famoso un “tonstein”,
            nombre germánico que hace referencia a una lluvia de cenizas vol-
            cánicas descubierta hacia 1964 y que demostró ser una perfecta isó-
            crona para solventar dificultades en las correlaciones.


            Ninguna de estas capas del paquete Sotón existieron en la Cubeta
            de San Mamés, y menos aun las que siguen a partir de aquí. Sin em-
            bargo, fueron ampliamente explotadas, en ocasiones a lo largo de
            corridas kilométricas y en profundidades que superaron el medio
            kilómetro, por los pozos y minas de Sotón, Venturo, San Vicente, Mª
            Luisa, Pancha, Sallosas, Piquera, Etelvinas, Encarnada, etc.

            Sigue en la columna estratigráfica el paquete Entrerregueras, con sus
            capas Refugio (1º y 2ª), Cinco Vetas (una potente capa de 2 y hasta 5
            m de potencia) y, finalmente, la capa Ancha y su inseparable la Estre-
            cha, un binomio del karma minero. De la capa Cinco Vetas, cuenta la
            leyenda minera que, efectivamente, tenía 5 vetas, y si no las tenía es
            que no era la 5 vetas, lo cual es de una lógica semántica indiscutible.
            En la capa 2º Refugio del pozo Sotón tuvimos ocasión de descubrir
            en 1994 un segundo tónstein y le dedicamos en La Nueva España un
            artículo titulado “El paradigma del tonstein del pozo Sotón” (LNE 22-
            2-1994, pag 32), donde veníamos a decir que si en Alemania cualquier
            mina contaba con varios tonsteins y nosotros sólo dos, era evidencia
            de la escasa atención que prestábamos al yacimiento.

            Casi colmatando ya la gran cuenca sedimentaria, se sedimentó el
            paquete Sorriego (capas San Pedro, San Antonio, San Fernando y
            San Guillermo) y, por último, cerrando el gran libro de estrato-pá-
            ginas, fue depositado el paquete Modesta-Oscura con sus famosos
            nombres de señoras, algunas vinculadas a las grandes familias mine-








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