Page 312 - San martín del Rey Aurelio
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Un inmenso libro de 6.000 metros de espesor.
Decíamos en 2004 Marino Iglesias y yo, en nuestro libro sobre la
“Historia Minera del Concejo de San Martín del Rey Aurelio”, que
todo empezó hace 340 millones de años (igual da 300 que 340
pues la cronología geológica quizá esté a punto de sufrir grandes
rejuvenecimientos). En aquel entonces la inmensa mayoría de la vida
animal se limitaba a las aguas. Fuera de ellas tan sólo vivían algu-
nos insectos, contados anfibios -que comenzaban a explorar tímida-
mente la tierra firme- y sobre todo, criptógamas, bosques enteros
de gigantescas criptógamas, plantas sin flor a las que los astures
agrupamos en la gran categoría de “felechos”. Durante un lento y
tortuoso proceso, aquellos bosques fueron sufriendo oscilaciones
en los niveles de las aguas, en los aportes de sedimentos y en la apa-
rición con ello de una enorme columna de arenas (futuras areniscas),
intercaladas con fangos (futuras pizarras), algunas precipitaciones
químicas (futuras calizas) y lechos inmensos de vegetales (futuras
capas de carbón). Toda esta alternancia de estratos conformó una
especie de código de barras que nos permitió a los geólogos leer
y entender el yacimiento. Podríamos decir que al igual que hoy el
genotipo permite definir cualquier organismo, el “geotipo” permi-
tiría definir cualquier yacimiento. Pero sigamos con la historia pues
volveremos al final sobre el “geotipo”.
El propio peso de los materiales hizo que la subsidencia permitie-
ra nuevas y sucesivas acumulaciones en aquella cubeta gigantesca
del mar Carbonífero. Las presiones y temperaturas irían litificando
las capas hasta transformarse todo en una descomunal columna es-
tratigráfica de seis mil metros de potencia. Luego, hacia el final del
periodo Carbonífero, una descomunal orogenia, propiciada por una
tectónica de placas mucho más activa que la actual, hizo que todo el
sándwich estratigráfico se levantara replegándose en un tren de on-
das anticlinales y sinclinales. Las capas quedaron inclinadas y, más
aún, una 2ª fase de plegamiento hizo que los propios pliegues se
plegaran sobre sí mismos, deparando la famosa estructura que se
llamó en “caja de huevos”. Nuestro yacimiento quedó compartimen-
tado en una sucesión anticlinales y sinclinales, que al cerrar sobre
sí mismos dieron lugar, respectivamente, a domos y cubetas (ca-
pas hubo en las que los mineros vieron la gráfica figura de una silla de
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