Page 314 - San martín del Rey Aurelio
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cialmente en las zonas de trituración por fallas. Ello tuvo el triste
correlato de ser las capas con mayor índice de catástrofes. Espe-
cialmente dramática fue la tragedia vivida el 30 de marzo de 1931,
en la mina del Corvero, del grupo Candanal (Cantu Medio, SMRA)
que estaba situada junto a la casa de Josefa “La Guerrera”. Dijimos
en el “Dejaron Huella” que allí entra en juego, una vez más, “la triple
coincidencia mortal: Generalas / mecha / grisú”. La explosión mató
a 8 mineros y dejó heridos a otros 4, falleciendo uno de ellos a los
pocos días. El de más edad fue el vigilante del taller: Eladio Martínez
Nava, de 51 años; los más jóvenes fueron dos ramperos, ramperinos
y primos, llamados Marcelino Piñera Montes y Emilio Piñera Alonso,
ambos tenían 17 años. Otro de los fallecidos fue el entibador José
Nava Arboleya, de 34 años, que dejaba 7 pequeños huérfanos, el
mayor de los cuales José Nava Martínez, de La Cotariella (Hueria de
Carrocera), nos contó que a él y a su hermano Amalio los ingresaron
en el Orfanato Minero. En cuanto pudo optó por la profesión de su
padre y se jubiló con la categoría de vigilante de 1ª en el pozo Mª
Luisa. Uno de los supervivientes fue Francisco Vázquez, que tendría
dos nietos: los hermanos Guillermo (médico) y Ramón Mañana Váz-
quez (ingeniero).
Por encima del paquete Generalas se sedimentó el paquete San Anto-
nio, con numerosos y potentes tramos de areniscas (en algunos sitios
transformadas en pudingas con grandes regodones de un antiguo río
Carbonífero) y apenas tres capas de carbón de escasa explotabilidad.
Termina este paquete con una singular arenisca a la que Adaro llamó
“Arkosa de La Voz”, sobre la cual se fue depositando el paquete Mª
Luisa (definido en la mina de igual nombre, en el valle que separa
Langreo de SMRA). En este paquete se llegaron a explotar hasta 10
capas distintas, cuya sola mención trae recuerdos de mil batallas. Son
la Escribana, así bautizada en Sotrondio y que algún empresario local
quiso reconocer en Turón (Mieres) bautizando como “Escribana” a
una pequeña mina frente al pozo Figaredo. También se la llamó capa
Voz, quizá con más éxito en el nomenclátor del resto de la cuenca.
Sobre ella se sedimentaron las capas Mª Teresa, Julia, San Gaspar, San
Luis y Mª Luisa (que da nombre al paquete). Casi todas tuvieron la
compañía de uno o dos carboneros, que en ocasiones ganaron cate-
goría de capas y también fueron explotados.
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