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Tocó la bandurria en aquel acto el maestro de El Campu, el señor
Luis Maide, persona que en aquellos años se significó mucho por la
actividad social y por la mejora de la enseñanza en el concejo. Más
de uno se preguntará dónde estaría ese teatro con capacidad para
trescientos espectadores y hasta con dos hermosos palcos; se ubi-
caría, pensamos, con cautela, en las casas de Pedro Durán Suárez
(La Felguerina, 1861), preciosos edificios fruto del capital retornado,
donde se ubicó también la farmacia de don Sadot Cabezón, poste-
riormente de Florencio Cortijo. Tras el fatídico bombardeo e incen-
dio de 1937 desaparecieron, construyéndose sobre sus escombros
la nueva casa de Durán (Casa Fígaro) y el edificio de Ramón Blanco
que continuó con la actividad de teatro, cine y salón de baile hasta
finales de los sesenta.
Los nuevos dueños de la tierra
Es el fin de los señoríos residuales del poderoso apellido que da
nombre al concejo. Las tres grandes familias, cuyas raíces se pier-
den con don Suero de Caso en la leyenda, se desprenden de sus
propiedades en favor de la nueva burguesía indiana con sus capi-
tales americanos, que pasa a sustituirlas. Así, Juan de las Traviesas
adquiere los antiguos bienes de los de Caso y Orlé, Raimundo García
Prida los de la primitiva Casa de Caso y Manuel Ruiz Canales, indiano
este en la Argentina, los de los Caso de los Cobos.
Los antiguos colonos cambian a estas nuevas manos más cerca-
nas que continuarán explotando las tierras y ganadería de los anti-
guos señores feudales.
La torre medieval de los Caso, símbolo del poderoso pasado del
concejo, arruinada, con su caserón deteriorado, abandonado por su
último ocupante, la propia familia Durán de la que hablamos, pronto
va a dar paso a un nuevo símbolo del poder económico de los in-
dianos: la nueva casa de La Torre.
Los Casinos en Cuba
Pero con nuestro paseo en el tiempo por la vida a fines del XIX, nos
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