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del dinero a los inutilizados en la campaña contra los insurgentes.
        Por sus muchos servicios fue condecorado con la Cruz de Isabel la
        Católica.


        Otro casín relevante emigrado en el siglo XIX fue el senador Patricio
        Sánchez González (Tanes, 1843), residente en el lugar de Guanajuay.
        Debió alcanzar una notable posición económica pues alcanzó el
        acta de diputado provincial por el distrito de Mariel y posteriormen-
        te llegó a sentarse en Senado español, representando a la provincia
        de Pinar del Río en los bienios 1893-94 y 1896-98. Ocupado también
        en la milicia en su lucha contra los rebeldes, llegó al grado de Coro-
        nel de Voluntarios. Fue benefactor de su aldea natal de Tanes. Una
        mancha es su vida es su posible implicación en la muerte del go-
        bernador de la Isla, general Manuel Salamanca (1890), como autor
        intelectual de su envenenamiento; Salamanca se sintió indispuesto
        en un balneario al que había sido invitado por Sánchez y falleció a
        los pocos días, cobrando visos de realidad la sospecha de que este
        lo ordenaría en desacuerdo con la política que el gobernador es-
        taba llevando frente a la corrupción en la isla y de apaciguamiento
        con los rebeldes; conjetura que plantea el cubano Julio A. Carreras,
        quien vincula al senador casín con sector más ultramontano de la
        colonia.


        Pero si hay un personaje de la emigración casina en esos finales del
        siglo XIX que es sin duda pintoresco y que contrasta con todos de
        cuantos tenemos noticias, este es José Aniceto Acebo Quintana (El
        Campu, 1867). Emigró a Cuba a los 18 años huyendo de la miseria de
        la época y del servicio militar, reclamado por un tío en la provincia
        de Santa Clara, donde comenzó a trabajar como peón en el azúcar.
        En plena guerra de Cuba, en la primavera de 1895, se echó al monte
        por desavenencias con los celadores del ingenio donde trabajaba
        y se pasó al campo revolucionario. Su vida militar fue corta, aunque
        ya había alcanzado el grado de teniente por méritos de guerra en
        el bando mambís; el 11 de noviembre de aquel año fue capturado en
        la provincia de Las Viñas, juzgado el día de nochebuena y fusilado el
        día 26 de diciembre; tenía 28 años, casado y cuatro hijos. Así terminó
        la aventura del casín que se equivocó de trinchera. Para la Cuba de
        hoy es considerado un héroe, elevado a grado de coronel, existien-
        do calle con su nombre y una lápida en el lugar de su fusilamiento
        en Cienfuegos. Pero para las informaciones de la época desde el


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