Page 250 - CASO
P. 250

un par de meses en alta mar. Y que el citado José Calvo ya llevaría
        los años suficientes allá como para dejar unos dineros que mere-
        cían la pena recuperar con el largo periplo ultramarino de los dos
        frondayos.

        También Caleao es la patria de los primeros casinos en la Isla de
        Cuba. Sabemos que en 1820 ya constaba establecido en La Habana
        el comerciante Francisco de Poli. En ese año, un sobrino suyo llama-
        do José de Poli recibe pasaporte con el objeto de dedicarse al co-
        mercio en la casa de su tío. Seis años después, otro sobrino llamado
        Juan González Poli obtiene igualmente licencia “para pasar a la ciu-
        dad de La Habana en ultramar, en cualquier buque habilitado, para
        ejercitarse en el comercio de aquella plaza en la casa y compañía
        de su tío don Francisco”.

        En los contratos de embarque del bergantín “Victoria” (1862) se rela-
        cionan cuatro vecinos de El Tozo que partían a Cuba: Ceferino For-
        celledo, Fernando González, José Antonio González y Joaquín Cres-
        po. Un año después, en el “Pepe”, embarca el veinte de noviembre un
        vecino de La Felguerina llamado Leonardo Miguel Calvo.



        Las quintas


        El miedo a ser alistados en la milicia, en la que existía un riesgo cierto
        de perder la vida o quedar mutilado; dejando, además, a las familias
        sin sus brazos durante un periodo de tres y hasta siete años es, junto
        a las míseras condiciones de vida, el detonante de la emigración.
        Consultando las actas de Clasificación y Declaración de Soldados
        del Ayuntamiento de Caso de los años 1885-87 nos encontramos
        con el siguiente resultado: 1885- 67 quintos, ausentes 15, de ellos 13 en
        Cuba y los dos restantes en Buenos Aires y Sevilla; 1886- 56 quintos,
        en Cuba 9, uno Buenos Aires y otro en Jerez de la Frontera; 1887- 74
        quintos, 16 Cuba, uno Buenos Aires y uno en Sevilla (tienda en Triana).
        Entre quintos que no alcanzaban la talla establecida (la mayoría),
        los que alegaban la necesidad de cuidar de sus padres ancianos
        y los que padecían patologías causantes de exención (bocio, tiña,
        raquitismo, etc.), quedaban únicamente como sorteables aquellos
        que previamente habían huido de la penosa e injusta carga del ser-
        vicio militar al no poder redimirse del mismo con dinero. Es decir,


                                               250
   245   246   247   248   249   250   251   252   253   254   255