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F. Javier Fernández Conde

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        la meseta al centro de la región asturiana a través de la cordillera Cantábrica .

        En general, podría decirse que los resultados de las investigaciones arqueológi-
        cas realizadas al mismo tiempo en las “marcas” del reino asturiano -León, Casti-
        lla, Cantabria, Galicia y Vasconia- presentan muchas similitudes con el fenómeno
        de la romanización asturiana. Con todo, este proceso que podríamos denominar
        como característico de una aculturación de larga duración, no se produce en
        las regiones asturianas y del noroeste peninsular de la misma manera que en
        otras más meridionales. Sastre Prats ha vuelto a plantear toda la problemática
        relacionada con el mismo con observaciones que nos parecen muy atinadas y
        clarificadoras. Utiliza el modelo teórico de modo de producción tributario, si-
        guiendo las pautas de S. Amin y J. Haldon y concluye que la integración de las co-
        munidades campesinas del Noroeste en el mundo romano se debió, sobre todo,
        a un sistema de explotación aristocrático-clientelar, hábilmente utilizado por la
        administración romana para apropiarse de los excedentes productivos de dicho
        campesinado, de los trabajos de minería de manera especial, mediante pactos
        con los jefes locales que garantizaban con ello esa tributación al Imperio, con-
        virtiéndose así dichos jefes en verdaderos intermediarios del poder de Roma
        en la región, sin que los trabajadores tuvieran que transformarse en esclavos
        propiamente dichos, aunque se integraran en el sistema esclavista:



             “La clave de la cuestión está, por supuesto, en el significado que se le de al término, “romani-
             zar”. Romanizar es en principio “hacer romano”. Ahora bien, si ello significa la sustitución de
             las organizaciones sociales, económicas y territoriales indígenas por las romanas, entonces el
             territorio del Noroeste jamás fue romanizado. Sí, por el contrario, por romanización entende-
             mos el proceso de cambio que sufrieron las comunidades indígenas al integrarse en el mundo
             romano, obligadas a adaptarse a los intereses del imperialismo, en este caso, la romaniza-
             ción de Noroeste fue profunda y completa, tanto que supuso un cambio tan esencial como la
             imposición de una sociedad de clases. Desde este punto de vista puede afirmarse que en el
             Conventus Asturum la presencia romana tuvo una trascendencia histórica mucho mayor que
             en territorios como la Bética o el Levante tarraconense” 20


        Este  apresurado  recorrido  historiográfico  tiene  que  cerrase  necesariamente
        con la referencia a Chris Wickham y a su “Opus magnum” sobre los siglos de
        transición o alto Medioevo. El profesor inglés, al referirse brevemente a la so-
        ciedad asturiana de estos siglos, insiste en la pervivencia de “formas gentilicias o
        tribales” con cierta vigencia de lo comunitario, como en cualquier región monta-
        ñosa, en la que la dedicación silvo-pastoril fuera importante, sin perjuicio de que


        19. Un estado de la cuestión sobre esta imponente excavación y las primeras hipótesis interpretativas: J. Camino Mayor-R. Estrada Gar-
        cía-Y. Viniegra Pacheco, “El campamento romano de la vía Carisa en Asturias Transmontana”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie I: Prehistoria
        y Arqueología, 2001, 261-276. También: J. Camino Mayor-Y. Viniegra Pacheco-R. Estrada García-F. Ramos Oliver-F. Jiménez Moyano, “El
        Campamento de la Carisa. Reflexiones arqueológicas y militares, Astures y Romanos..., pp.61-95
        20. I. Sastre Prats, Las formaciones sociales rurales de la Asturias romana, Madrid, 2001, pp. 291-292. Los mencionados modelos teóricos: S.
        Amin, Unequal Development , Harvester, 1976. J. Haldon, The State and the Tributary Mode of Production, London-New York, 1993.
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