Page 408 - San martín del Rey Aurelio
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ta madrileño Javier Bueno y más todavía después de las elecciones
            generales de 1933, que dieron el poder a las derechas. La radicalidad
            ideológica y la agresividad dialéctica del periódico, unida a su sol-
            vencia periodística para ocupar espacios informativos hasta enton-
            ces desechados, así como un excelente distribución, hicieron crecer
            rápidamente su tirada, que, según algunas fuentes, pudo llegar hasta
            los 26.000 ejemplares. Las numerosas sanciones gubernativas refor-
            zaron el prestigio de “Avance” ante una audiencia cada vez más in-
            condicional a la par que radicalizada, a la que el periódico contribuyó
            de forma muy importante y tal vez decisiva a preparar para el intento
            de la conquista revolucionaria del poder, que se revelaría como una
            experiencia desastrosa.


            Después de que en octubre de 1934 ese intento se planteara en toda
            España y solo tuviera un breve -y sangriento y enormemente destruc-
            tivo- éxito temporal en Asturias, José Calvo Sotelo calificó a “Avance”
            de “gestor moral de la Revolución de Octubre” en la región asturiana.
            No era ninguna exageración.


            La vinculación del periódico a la suerte del movimiento revolucionario
            se plasmó también en compartir plenamente la derrota. El edificio de
            “Avance” fue incendiado y su maquinaria, destruída. En consecuencia,
            el periódico dejó de publicarse y la plantilla, con su director a la cabe-
            za, sufrió las consecuencias de la represión. Ovidio Gondi tuvo suerte
            por partida doble. Detenido en Gijón el 26 de octubre, fue conducido
            inicialmente a la Comisaría de Vigilancia, situado en los bajos del Go-
            bierno civil, en Oviedo. Allí, según relartaría Paco Ignacio Taibo II, se
            encontró con el también periodista Luis Sirval, a quien tres oficiales
            de la Legión, entre ellos el teniente Dimitri Ivan Ivanov, sacaron al pa-
            tio para preguntarle por los nombres de quienes le habían informado
            sobre los fusilamientos perpetrados por legionarios en San Pedro de
            los Arcos, de los que había informado en el medio para el que traba-
            jaba. Sirval se negó y lo pagó caro. Los disparos que acabaron con su
            vida se oyeron desde el interior de la comisaría. Acto seguido Ivanov
            entró para preguntar si había más periodistas. El sargento de vigilan-
            cia, Madroño, que conocía a Ovidio Gondi, dijo que no y eso proba-
            blemente le salvó la vida.
            Ovidio quedó, eso sí, detenido y pasó a la Cárcel Modelo de Oviedo,








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