Page 355 - San martín del Rey Aurelio
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que ni la actual tecnología del VAR sería capaz de dictaminar si era
            gol o había salido fuera.

            Pero no era ese el único “estadio” sotrondino, también se jugaba en el
            campo de los flechas, donde hoy está el Colegio Rey Aurelio, al lado
            del río. En realidad era una cancha para balonmano, pero tenía porte-
            rías de las de verdad, con postes y larguero metálicos, en su pista de
            cemento quedaron jirones de piel de aquellos esforzados deportistas.

            Y si no, a la Llera Polín, poco más allá del túnel de la Florida, que
            tenía un césped natural espléndido, el único riesgo era que el Nalón,
            bravío en invierno, se llevaba algún que otro balón, pese a los remo-
            jones que los chavales se daban para recuperarlos.


            Un último recuerdo que no querían dejar pasar. Creo que se refleja
            en una frase que, aún hoy, Tito sigue usando: “no ye bueno mezclar
            pandilles”. Enfrente de la casa de los capataces y del cuarte,l estaba
            y sigue estando El Serrallo. Solo había que cruzar aquel inolvidable
            puente de la maquinilla, saltando los espacios donde las traviesas de
            la vía ya habían desaparecido. Buenas amistades, buenos y reñidos
            partidos de futbol y buenas peleas con tirachinas, donde piedreci-
            tas pasaban, como los modernos misiles, de un lado a otro del río,
            sin llegar nunca a mayores, pero, por eso, al terminar, cada uno a su
            barrio. Así era entonces y nos tememos que así sigue siendo la vida
            en general.

            Los domingos tocaba fútbol del de verdad, iban al viejo Florán,
            aquel campo al lado del río, sobre el cual se asienta hoy el Parque.
            Su terreno de juego estaba considerado como uno de los mejores
            de Asturias, porque el césped estaba al nivel del Nalón y tenía un
            drenaje natural fantástico. Allí disputaba sus partidos el equipo lo-
            cal, entonces Club Deportivo San Martín, que había sido fundado en
            1950. Lamentablemente desapareció en el 2012, al no poder afrontar
            una deuda, y tras dos asambleas de socios sin hallar solución, se
            procedió a la disolución del equipo.


            Entre los dos trataron de reconstruir una alineación de la que fue
            quizá la mejor época del Club. Creo que fue la temporada 68-69, en








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