Page 279 - San martín del Rey Aurelio
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otra parte, comentamos la posibilidad, de que en un futuro, otras
            personas escribieran sobre El Entrego y Blimea, las dos pueblos jun-
            to con Sotrondio, más importantes del concejo.

            Todo esto, era para intentar que me comprendiera a la hora de bus-
            car la materia para escribir. Me dejó carta libre, que yo eligiera el
            tema más adecuado, puesto que la intención era respetar todas
            nuestras impresiones.

            Dicho esto, lo único que se me ocurrió, es escribir sobre mis viven-
            cias en Sotrondio hasta los catorce años, y probablemente alguna
            cosa más, que yo considerara importante a lo largo de todos estos
            años. Voy a intentar relatar dichas vivencias según mis sentimientos,
            y sin profundizar, ya que si decidiera nombrar amigos de la infancia
            (los teníamos en todos los portales), serían muy numerosos, y se
            corre el riesgo de olvidarse involuntariamente de alguno de ellos.

            Mis primeras vivencias están en el “Cuillu” de San Mamés donde
            nací, un pequeño pueblo en media montaña, que dependía de Bli-
            mea. Mi abuela materna, aparte de haber tenido 16 hijos, tenía una
            pequeña pomarada y vendía manzanas; recuerdo que le compraban
            por reales, y por pesetas los más adinerados; yo las recogía todas
            las mañanas. La gente iba a por agua a la fuente, donde había ade-
            más un pequeño lavadero de ropa, el típico de grandes piedras para
            restregar la ropa y dejarla limpia. A veces, bajaban al reguero de San
            Mamés junto a la carretera, donde había un pequeño remanso y se
            lavaba la ropa.


            En las fiestas de San Mamés, se reunían casi todas las familias, exis-
            tía un buen ambiente y una gran convivencia; había juegos como
            la carrera de sacos, las carreras de burros sin cinchar, la de cintas a
            caballo y otros.

            Más tarde, bajamos a vivir a la barriada de San Juan de El Serra-
            llo. En un principio eran veinte portales, con seis viviendas en cada
            uno, que más tarde se fueron ampliando de forma progresiva, hasta
            quedar conformada como está actualmente. No obstante, nuestra
            vida estaba principalmente relacionada con las personas que vivían








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