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Un alcalde tarnín en Baracoa
Tal fue la presencia de los tarninos en Baracoa que hasta uno de
ellos llegó a ser alcalde de Baracoa: Manuel Gallinar Marcos (Tarna,
1897 – Miami 1962), que arribó niño a Cuba de la mano de los Simón.
Se recuerda que trabajando en Zaza del Medio los patrones le co-
sían los bolsillos de los pantalones para que tuviese siempre ocu-
padas las manos. Trabajando. Su primer negocio fue un almacén
de víveres en sociedad con un Simón, en Sagua de Tánamo. Tras
muchas peripecias acabó convirtiéndose en el mayor productor de
café del país, con extensas plantaciones en Maisí, en la punta orien-
tal de la Isla.
Los últimos de la saga
Los continuadores de la obra de los Simón, el hijo de “Corralín” Pedro
Manuel Simón Vilató y los sobrinos Tomás y Pelayo, permanecieron
al frente de los negocios hasta la llegada de Castro. Pedro Manuel
era el tesorero de la Empresa Nacional de Fósforos, trust promovido
por gobierno de Batista que ejercía el monopolio de toda la produc-
ción fosforera. El “Directorio Comercial e Industrial de Cuba” detalla
los negocios de “Simón y Cía. en C.” en 1958, a las puertas de la Re-
volución: “agentes embarcadores, banqueros, servicio de cabota-
je, almacenistas de café y cacao, efectos eléctricos, radios y refri-
geradores, efectos navales, efectos sanitarios, ferretería, madera,
materiales de construcción, corredores de aduanas, muelles nava-
les, peletería, quincalla, tienda por departamentos, agentes de se-
guros y fianzas”. No es de extrañar que esta saga Simón necesitase
de un banco propio.
Un banco tarnín
Igual que cigarros de pura raza casina también existió un banco de
raza casina: el Banco Simón, de Baracoa, del que venimos hablando.
En sus orígenes proviene de los Simón catalanes radicados en la
ciudad oriental. El Banco Simón fue la entidad bancaria más antigua
de Cuba, establecido en 1848, con un capital de 151.000 $ y reestruc-
turado en 1951. Pasó de los propietarios catalanes a José Simón Gon-
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