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Concejo de Onís, de los años 80 a hoy


          ra, aunque uno estuviera, en aquellos tiempos, muy lejos de casa. Haber estado entre
          vaqueiros en Santa María del Puerto, en Somiedo, me sirvió para conocer una forma
          de vida, unas costumbres y una sociedad distinta a la que estaba acostumbrado. Esta
          experiencia hizo que mi paso por Buen Suceso no me fuera extraño, pues ya conocía
          la vida en el mundo rural y aunque en los dos sitios la gente vivía de lo mismo, el ga-
          nado y la agricultura, las diferencias, sobre todo culturales, eran muy notables.
               A la escuela de Buen Suceso acudían niños de Bobia de Abajo, Bobia de Arriba
          y de Demués. En el año 80 había unos 12 o13 alumnos, de ellos 7 o 8 hermanos, los
          hijos de Rosendo Asprón, el gran elaborador del quesu de Gamonéu, que gracias a
          su esfuerzo y tesón, junto con otros pastores, consiguieron que el quesu Gamonéu
          alcanzara la fama y la calidad que hoy tiene, aunque el abandono de la elaboración
          por parte de Cándido Asprón supuso, momentáneamente, una incertidumbre nota-
          ble en cuanto a la elaboración de los quesos de la montaña. Afortunadamente están
          apareciendo pastores y empresarios que están dispuestos a que la producción de este
          manjar siga en auge, conservando la tradicional forma de elaboración y maduración
          de esta auténtica joya gastronómica.
               Estaba y está la escuela situada en el alto, un poco más allá de la Iglesia, tenía
          delante un terreno que servía de patio de recreo y a un lado todavía quedaban los res-
          tos de una bolera en la que, me contaba Belisario Suárez Pellico, de Demués y hostele-
          ro en Arriondas hasta su fallecimiento, y también gran campeón de la cuatreada, había
          tirado las primeras bolas. Hoy en ese espacio se levanta un edificio que pretendía ser
          el museo del quesu Gamonéu, pero que hoy no tiene ninguna utilidad.
               Mi paso por la escuela de Buen Suceso me dejó unas experiencias inolvidables
          que hoy, transcurridos 40 años, recuerdo con cariño y que se pueden resumir en dos as-
          pectos, por una parte el aspecto humano y por otra el descubrir una vida distinta, incluso
          diferente a la de los vaqueiros somedanos que ya había tenido ocasión de conocer.
               Conocer las majadas cercanas, como la de Belbín, donde se pueden ver, todavía
          hoy, unas cabañas bien cuidadas que sirvieron y sirven de vivienda a pastores y ganado,
          y ver en directo como se elabora el quesu Gamonéu, desde la materia prima, las leches
          de vaca, cabra y oveja mezcladas, y luego, camino de los Lagos de Covadonga, ir a
          la cueva donde se guardan los quesos durante un tiempo para su curación y posterior
          venta, es todo un privilegio que tuve ocasión de experimentar en aquellos años. Esto
          unido a las impresionantes vistas que desde cualquier punto se pueden divisar, invita a
          que este concejo de Onís, y sobre todo esta parte alta del concejo, sea visitado y reco-
          rrido. De entre esos lugares de avistamiento merece la pena subir al LLanu Miyar, por
          encima de Bobia de Arriba, y desde allí disfrutar de las impresionantes vistas del Maci-
          zo Central de los PICOS DE EUROPA. Seguro que hay muchos más lugares para tener
          vistas espectaculares, pero este es un lugar de esos mágicos al que mis alumnos de los
          años 80 del siglo pasado, me llevaron por primera vez y al que tuve ocasión de visitar
          recientemente, al igual que los pueblos de Bobia de Abajo, Bobia de Arriba y Demués,
          dándome cuenta de que los pueblos cambiaron para mejor en su aspecto y limpieza,
          pero viendo, con cierta tristeza, el despoblamiento que sufren estos hermosos parajes.



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