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Onís
J.M.C.G.
Juan Manuel Cofiño González
Ex presidente de AsturiasActual. Abogado
Cuando hurgamos en Google, esa recreación virtual del mundo, y buscamos infor-
mación sobre Onís, ésta escasea y el propio buscador nos reconduce a su vecino
Cangas de Onís. Esto es expresivo de la escasa visibilidad -injusta- de un pueblo,
acostumbrado a vivir a la sombra de un entorno que se identifica a partir de imáge-
nes tan potentes como Pelayo y Covadonga.
Sin embargo, Onis, aunque constreñido entre Cangas y Cabrales, conforma
un oasis con identidad propia a la sombra del Cornión, quien, conjuntamente con
el rio Gueña, -que lo cruza de este a oeste- conforman los rasgos geográficos más
elocuentes del concejo.
Predestinado a cierta imperceptibilidad, no obstante, oculta tesoros que me-
recen una especial consideración en tiempos tan proclives a lo insustancial y al
éxito asociado a lo banal, y es el tesón, la humildad y el esfuerzo de sus gentes,
particularmente sobresaliente en la actividad ganadera, cuyo hito singularísimo se
identifica con la trashumancia en primavera hasta las vegas de los Picos de Europa,
y su consecuencia más reveladora: el Gamonéu del puerto, significado por muchos
como el “mejor queso del mundo”, y con justicia, creo yo.
Arquetipo de humildad, esfuerzo y tenacidad lo encontramos en, tal vez, la
onisense mas celebrada, Rosa Moran (Rosita), dedicada en cuerpo y alma desde la
temprana edad de 15 años a “obsequiarnos” con su mejor hacer, esto es, una cocina
honesta, exenta de falsedades y artificios, aderezada con su amabilidad característica.
Onís es sinónimo de tranquilidad, en el contexto de un paisaje típicamente as-
turiano, salpicado por pueblos distribuidos a lo largo de sus tres Parroquias (Bobia, La
Rebollada y Benia de Onis), que evocan las mejores escenas costumbristas de Valle o
Moré, por cuanto han sabido preservar lo mejor de la esencia rural, incluidas las mani-
festaciones festivas con intensa presencia del elemento folclórico, y las ferias de ganado.
Particularmente atractivos, (sin desdoro del resto), resultan, a mi juicio los pue-
blos asentados en torno al Gueña, comenzando por Benia y su maravillosa iglesia de
Santa Eulalia, Sirviella custodiada por su Torre, Avin descubriéndonos el tesoro de “la
cuevona”, Talaveru y Villar.
Onís, al fin, es todo esto y mucho más: casonas típicas, capillas, hórreos, na-
turaleza en estado puro, fauna, gastronomía, lo que ha propiciado su inclusión en
el Parque Nacional de los Picos de Europa, en aras de la protección de esta inmensa
riqueza, para su entrega, a modo de preciosa herencia, a las generaciones venideras;
eso sí, sin que ello implique restricciones innecesarias para el desarrollo presente de
sus gentes.
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