Page 95 - Valdediós
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Francisco José Rozada Martínez





        La celebración diaria de la Eucaristía -junto con las horas canónicas- era el
        centro de las vidas de tantos centenares de monjes que habitaron el santo lugar
        de Valdediós.

        Desde la Edad Media -en la Europa cristiana- las horas canónicas son una división
        del tiempo hoy llamada Liturgia de las Horas: Maitines (antes de amanecer),
        Laudes (al amanecer), Prima (sobre las 6), Tercia (sobre las 9), Sexta (sobre las
        12), Nona (sobre las 15) y Completas (sobre las 21 horas).
        Eran “horas mayores” y de obligada asistencia a la iglesia: Maitines, Laudes y
        Vísperas.


        Desde los medievales relojes de sol hasta hoy siguen sonando las campanas
        monásticas en los cada vez menos conventos y abadías, especialmente en
        Europa.


        Cuando se escriben estas líneas -en el año 2024- quedan en el mundo unos ciento
        sesenta y cinco monasterios cistercienses de la estricta observancia (conocidos
        como trapenses u orden de La Trapa, por su fundación como reforma de la orden
        del Císter en 1664 en la abadía de Ntra. Sra. de la Trappe, en la baja Normandía
        francesa, retornando a la genuina regla de san Benito).
        Unos dos mil monjes y mil setecientas monjas quedan en el mundo bajo esta
        orden monástica concreta.

        Es el Monasterio de Valdediós un lugar del que manan a manos llenas la historia,
        el arte, la cultura, el paisaje y -especialmente- una religiosidad que da sentido
        a todo el conjunto monástico, el cual parece detenido en el tiempo, como si el
        “Cistercium” de san Bernardo siguiese haciéndose eco desde el hondón de los
        siglos.


        Valdediós sigue siendo memoria de miles de vocaciones religiosas, tanto en
        tiempos monacales como en los años en los que estuvo dedicado a Seminario
        Diocesano (1923-1951).

        Recorriendo diversos lugares del monasterio durante mis breves estancias en
        Valdediós tras la restauración de la vida monástica bajo el prior Jorge Gibert
        Tarruell -desde el año 1992 hasta 2009- pude contemplar con detenimiento
        el renovado conjunto arquitectónico que mira a sus dos claustros y a la iglesia
        principal, sin poder dejar de hacer de alguna manera presentes a tantos como lo
        habitaron durante siglos.




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