Page 518 - San martín del Rey Aurelio
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después iniciaba mi andadura laboral como pinche de exterior, pre-
            cisamente picando vagones en la Plazuela, a la que se nos había
            prohibido acceder meses atrás.

            Entones sí que pude obervar, con detalle y detenimiento, toda la
            actividad que se desarrollaba allí, iniciando estrecha relación, con el
            personal que se ocupaba de enganchar y desenganchar los “tercios”
            que subían o bajaban del “Quintu”, en este caso, llenos de carbón.
            No sé si los recordaré a todos, pero sí a varios de ellos, como, como
            a Estebanín, del Costayu; Juan, el de Martín, de Veró; Ángel Llaneza,
            del Escobal; Francisco Delgado, del Praón; Onofre, del Fresneal, y
            otros más, repartidos en dos turnos de mañana y tarde.


            ¡Qué inviernos duros se pasaban allí con agua, nieve, ventisca y frío;
            pero qué alegres, y distendidos, resultaban muchos momentos de
            cada día!.

            Como muestra de alguno, de ellos, referiré uno que, en cierta oca-
            sión surgió de casualidad: Don Jesús, ingeniero del Grupo, y don
            Ricardo, capataz del mismo, salían de la mina del primer piso, y se
            acercaron al “codillo” del plano, para subir al “Quintu”, en uno de los
            tercios. Les correspondían enchanchar a Estebanín y a Ángel, que a
            la sazón, esperaban que llegase “vacío”, tiempo que aprovecharon
            para calentar un poco, las manos, dentro de la chabola del plano, y
            comer el bocadillo, en animada charla con los trenistas Marcelino
            González, del Escobal; Gaspar Fernández, de La Cruz; y Antidio Ber-
            nardo, de La Cerezal, que al igual que los anteriores, esperaban por
            el vacío también.

            El caso fue que, como todos esperaban, el capataz para no apa-
            rentar exigencia alguna, djo: ¿Qué novedad contará hoy Ángel?, y
            él con su estupenda campechanía respondió, sin inmutarse por la
            presencia de los dos altos Jefes:

            “Verán ustedes, estaba comentando la treta, que me tuvi que inge-
            niar pa despistar a la patrona, y poder dir a tomar unos vasucos de
            vino afayaizamente, con vecinos,al chigre de Fausto, pues de non
            ser ansí, siempre me inventaba algún encargu pa entorpeceme la








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