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Onís en la memoria


          debiera de ser al revés… trabajar para vivir lo mejor posible. Hablamos del pasado,
          pero algunos de los que lean estas líneas -especialmente jóvenes- se conformarían
          con tener un trabajo, porque hace no se sabe cuánto tiempo que no encuentran ni
          el que les gustaría, ni ningún otro.
               Tiempos confusos, aunque tal vez todos lo fueron a su manera, porque la
          vida es así: un caminar sin retorno hacia adelante y -cuando nos detenemos para
          echar un vistazo al pasado unas veces sentimos nostalgia de lo que fue o de los que
          estuvieron cerca y -otras- nos sirve para afianzarnos en la opinión de que no todo
          tiempo fue mejor comparado con el actual.
               Miremos al futuro y abramos las ventanas a la esperanza de un tiempo nue-
          vo; dejemos sin temores ni recelos a los jóvenes que labren un mundo mejor que
          el que heredaron, y recordémosles que -para ello- no necesitan destruir el que
          reciben.
               Ellos y ellas son el futuro inmediato, con sus nuevas formas y maneras, hábi-
          tos y costumbres… porque necesitamos asturianos con los pies en la tierra, gene-
          rosos, capaces de sorpresa, de entusiasmo, de ilusión.
               Capaces también de mandar a tomar viento de una vez a la corrupción, a
          la envidia -tan típicamente española-, a las supersticiones que aún perviven entre
          nosotros, a toda miseria humana de aquí y de allá; creadores de entendimiento,
          superación y colaboración con otros pueblos y culturas, porque la globalización
          está ya entre nosotros, y cada día seremos más ciudadanos de un mundo que
          cambia bajo nuestros pies con tal velocidad que nadie sabe a dónde llegaremos en
          pocas décadas.
               El cambio de vida y de mentalidad están ahí cerca, a la vuelta de la esqui-
          na, sólo los que se mentalicen para entrar en él podrán asimilarlo. Los cambios
          que nuestros antepasados no vieron en toda su vida, ahora se producen en dos
          décadas; saber adaptase será el reto, si no quedaremos como la mujer de Lot, cual
          estatuas de sal mirando al pasado.
               Mis mejores deseos para todos los nativos, vecinos, amigos, simpatizantes e
          incondicionales del concejo de Onís, lo mismo que para los que trabajan -desde
          dentro o desde fuera- para hacerlo cada día mejor.

          Que el trabajo, la suerte y la felicidad os acompañen a todos por años sin término.

















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