Page 164 - Miradores
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pués de la invasión musulmana y, finalmente, el Monasterio de San Pedro de Villanueva,
levantado por Alfonso I. Todas estas joyas patrimoniales están situadas en lugares estra-
tégicos, constituyendo un eje de cristianización del territorio.
A Covadonga se remiten todas las crónicas oficiales sobre los primeros momentos del
Reino de Asturias. La entrada al Santuario se hace por El Repelao, topónimo que provie-
ne directamente de Rey Pelayo, donde, según la tradición, fue proclamado o coronado
Rey, si bien juraría como tal en el Campo de la Jura, en Sotu Cangues. La Cueva de Co-
vadonga, rodeada de una naturaleza sobrecogedora y con una fuerza telúrica innegable,
es el lugar que vincula la tradición histórica y la piadosa, unidas ambas por la leyenda
y la tradición popular. En su interior se encuentran los sepulcros del Rey Pelayo y su
esposa Gaudiosa (trasladados aquí desde Abamia en tiempos de Alfonso X el Sabio).
Sería el Rey Alfonso I quien construye el primer templo documentado de Covadonga,
una estructura de madera que cerraba la cavidad natural y que, con diferentes restaura-
ciones, pervivió hasta un incendio en 1777.
Ubicada sobre el pueblo de Corao y rodeada de tejos centenarios, la Iglesia de Santa
Eulalia de Abamia que ha llegado a nuestros días es una construcción de la época de
transición del románico al gótico, construida sobre un lugar de culto desde tiempos pre-
históricos, probablemente a finales del siglo XIII o principios del XIV, con continuas refor-
mas y añadidos posteriores. Tiene planta basilical de una sola nave, dividida en tres tra-
mos por arcos fajones y cubierta con bóveda de cañón apuntada. La portada meridional,
la parte artística más destacable del monumento, es de estética claramente románica,
aunque con formas que evolucionan hacia el gótico como el ligero apuntamiento del arco
y la disposición de las figuras en el sentido de la arquivolta. La iconografía que decora
esta portada narra de forma muy simplificada el Juicio Final. En la nave se conservan
dos lápidas sepulcrales que se atribuyen a Pelayo y su esposa Gaudiosa.
El Monasterio de San Pedro de Villanueva fue fundado, según la tradición, por Alfonso
I (739-757), posiblemente sobre un palacio o residencia real anterior de la época de
Favila. Perteneció a la Orden de San Benito, al menos desde los siglos XII hasta el XIX,
cuando la desamortización de los bienes de la Iglesia obligó a la comunidad de monjes a
abandonarlo. La parte más antigua, de estilo románico, corresponde a la cabecera y a la
antesala de entrada a la iglesia. En los siglos XVII y XVIII se llevaron a cabo importantes
reformas en casi todo el edificio que le proporcionan su aspecto actual. Corresponde
a esta época la fachada del monasterio, el cuerpo de celdas y claustro, la nave de la
iglesia y la torre. Sin duda la parte más interesante la constituye la cabecera de la igle-
sia, por conservar la decoración característica del románico, con interesantes capiteles
historiados y canecillos en el alero exterior. Destaca sobremanera la portada sur que
da acceso a la cabecera. Esta portada ofrece en los capiteles de su lado izquierdo una
excepcional representación narrativa en tres escenas que se suelen identificar con la
historia de Favila: la partida para la jornada de caza, la despedida de su esposa Froiluba
a la puerta de palacio y la lucha con el oso. La bóveda de la iglesia está decorada con
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