Page 163 - Miradores
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men, un montículo artificial situado en la confluencia de los ríos Sella y el Güeña, tuvo
        desde antiguo un carácter sagrado vinculado al culto precristiano, lo que llevó posterior-
        mente a edificar sobre él la Iglesia de la Santa Cruz en época del Rey Favila, custodian-
        do allí la Cruz de la Victoria que Pelayo habría portado en la Batalla de Covadonga. Algo
        similar se produjo con el dolmen de Abamia, del que únicamente se conserva una pieza
        custodiada en el Museo Arqueológico Nacional. Sobre el lugar de ubicación de este
        dolmen, se levantó o reedificó la Iglesia de Santa Eulalia de Abamia por el Rey Pelayo.
        Se observa, pues, cómo estas construcciones funerarias prehistóricas confluyen con las
        primeras obras religiosas cristianas del incipiente Reino de Asturias, lo que se interpreta
        como un acto de legitimación y de cristianización de lugares sagrados.

        De la Edad del Bronce han aparecido en Cangas de Onís una serie de hachas de diver-
        sa tipología, entre las que cabe destacar las de Gueraño, en las proximidades de Llano
        de Con, y la de Santianes de Ola, conservadas en el Museo Arqueológico de Asturias.
        Durante la etapa prerromana y romana las tierras de Cangas de Onís fueron sede de los
        Vadinienses, pueblo que ocupó un amplio espacio geográfico fronterizo entre cántabros
        y astures, que se extendía por las orillas de los ríos Ponga, Sella, Güeña, Zardón, Pie-
        drahita y el Chico en la actual provincia de Asturias, así como también por ambas orillas
        de los ríos Esla, Curueño, Yuso, Dueñas y el Porma, en la actual provincia de León. Del
        pueblo vadiniense nos han llegado centenares de lápidas funerarias aparecidas en una
        amplia zona del Güeña, como las estelas de los vadinienses Fusto Cabedo y Voccareca
        encontradas en Corao, de la misma manera que aparecieron en las riberas del río Esla
        entre Argovejo, Crémenes y Valdoré, provincia de León. Celso Diego Somoano, Cronista
        Oficial de Cangas de Onís, daba noticia en una Conferencia en 2002 de la existencia de
        otras lápidas: En Sotu Cangues, han sido recogidas tres lápidas: la estela de Noreno,
        Magnentia y la de Elanus. De Coraín existen dos lápidas o estelas, la de Dovidena y la
        de Cantia. Cerca de la Capilla de Santa María de Villaverde apareció la lápida de Cas-
        sio, hoy desaparecida. En Llenín fue hallada la estela de Domitio Flavo. Procedentes de
        Cangas de Onís, son dos fragmentos de estelas aparecidos en el entorno de la Capilla
        de Santa Cruz. Por último, la estela de Nigriniano de Villanueva y otra en Zardón. Varias
        de estas estelas se encuentran en el Museo Arqueológico de Asturias.

        El comienzo de la época medieval está marcado por los orígenes del Reino de Asturias
        en Cangas de Onís, tras la rebelión liderada por Pelayo contra el poder musulmán esta-
        blecido y la victoria en Covadonga. Estos hechos determinarán para siempre la historia
        de Cangas de Onís y de Asturias. Aunque no se ha conservado vestigio alguno de las
        instalaciones regias, sí tenemos abundantes muestras de la etapa de la Corte canguesa.
        Las “joyas de la corona” serían, además de la gruta sagrada de Covadonga, la Iglesia de
        Santa Eulalia de Abamia; la Iglesia de la Santa Cruz, hoy Capilla reedificada tras su
        destrucción en 1936, cuya lápida fundacional en la que reza su construcción por orden
        del Rey Favila constituía el más antiguo documento escrito de la España cristiana des-



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