Page 65 - Valdediós
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María Isabel González García
mediante un arquería de medio punto que apoya en potentes pilares elevados
sobre basamentos prismáticos y rematados por toscas impostas recorridas por
incisiones horizontales. Las basas cercanas a la cabecera conservan las huellas
de la existencia de canceles que separarían visualmente el santuario del resto
del templo.
Las tres naves del templo se cubren con bóvedas de cañón escalonadas en altu-
ra, destacando de nuevo al interior la elevación de la de la nave central.
Las tres capillas de la cabecera están ligeramente elevadas respecto a las naves y
se preceden de arcos de medio punto que sustituyen los apoyos cuadrangulares
de las naves por columnas adosadas al muro, elevadas sobre basas molduradas.
Los fustes de las columnas del arco central son de mármol grisáceo veteado, qui-
zá reaprovechados de algún edificio romano del entorno. Los capiteles que co-
ronan estas columnas concentran la única ornamentación esculpida del interior
del templo, dignificando el ingreso al espacio litúrgicamente más importante.
Mientras los de las capillas laterales se esculpen con finos acantos que remiten
a modelos clásicos, los dos de la capilla principal muestran el collarino sogueado
y presentan grandes hojas nervadas con follaje esquemático en los intersticios,
casi idénticas a las que alberga el interior de San Salvador de Priesca, edificio
del mismo concejo datado igualmente a fines del Prerrománico. Los cimacios se
recorren con relieves trenzados. Este tipo de decoración, alejada de la escultura
ramirense, testimonia la transición hacia las formas románicas.
Las tres capillas se iluminan por los vanos descritos al tratar el exterior de la
iglesia. El de la capilla central se realza por un arquillo ciego encalado que apoya
en sendas columnas de mármol con capiteles semejantes a los del arco triunfal.
Se cubren con bóvedas de cañón que arrancan de líneas de imposta y presentan
credencias en sus muros laterales.
Si bien como señalamos más arriba la decoración escultórica del espacio interior
de la iglesia se ciñe a la zona de la cabecera, el mayor despliegue ornamental lo
debió constituir el completo programa pictórico que cubría la totalidad de los
muros y bóvedas, del que se conservan hoy algunos testimonios diseminados
por la fábrica. El colorido que muestran no difiere del habitual en las pinturas
prerrománicas conservadas en Asturias, constituido fundamentalmente por to-
nos rojizos, amarillos y grises, a los que se superpusieron las pinturas barrocas.
La temática representada es variada. Sobre el dintel inscrito del muro testero
de la capilla mayor y en el muro occidental de la tribuna se conservan tres cru-
ces, la central griega y de mayor tamaño que las laterales. En la tribuna perviven
igualmente vestigios de una figura humana, distinguiéndose la parte inferior del
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